¡Qué mala suerte! ¡Pinche árbitro puto! ¡Jugamos como nunca pero perdimos como siempre! Los cambios que se guardó Mejía Barón y la lotería de los penales contra Bulgaria. La increíble falla de Luis Hernández tras el poste del Cabrito y el incomprensible cambio de posiciones entre Suárez y Lara ante Alemania. La entrada de García Aspe y la negligencia de Aguirre contra Estados Unidos. El churro de Maxi contra Argentina. El clarísimo fuera de juego de Tévez y la pendejadota de Osorio, otra vez frente a Argentina… Nuestra historia reciente en los Mundiales es un manual de pretextos para no trascender. ¡Qué conveniente habría sido quedar eliminados y escudarse en los goles de Giovani que nos robaron contra Camerún! Tan fácil como vivir lamentándonos del paradón a dos manos de Srna que se resistió a ver el árbitro cuando íbamos 0-0 contra Croacia. O inventarnos la maldición de los shorts negros. Pero el futbol no se trata sólo de salir a jugar bien combinaditos, meter goles o fabricar jugadas en las que te den penales.
El rectángulo verde es un laboratorio de la vida: a veces injusto, otras cruel. El truco en el futbol y en la vida no radica en no caer, sino en levantarse, darle la vuelta a las adversidades y seducir a la suerte hasta que deje de darte la espalda. Se trata de ganar a pesar de gobiernos rateros (llámese PRI o FIFA), de sobrevivir a jefes gandallas (todos hemos tenido a un Justino en nuestras vidas), de salir adelante por tus propios medios. En futbol, como en la vida no es posible evitar los errores, pero sí aprender de ellos. Las manos de Srna en el área y los goles anulados a Gio pudieron actualizar nuestro manual histórico de pretextos en la historia de la selección, más los que estuvieron ahí en Recife, Fortaleza y Natal decidieron que tan sólo fueran simples anécdotas para tener de qué hablar en el camino.
Por lo pronto México está en donde debe estar. Los octavos de final reflejan nuestro nivel balompédico en el panorama internacional y es lo mínimo que debemos exigir cada cuatro años. Prueba otra vez superada, ahora toca la complicada.