Prólogo
1908: Hartos de la política del club de contar sólo con jugadores italianos, que en esa época son bastante troncos, disidentes del Milan forman su propio equipo. Al mismo tiempo, del otro lado del Atlántico, cuatro maletas son rechazados en todos los clubes donde prueban suerte, hasta que deciden fundar el suyo en Porto Alegre. Así nacen dos clubes. Dos historias.
==
¡Qué mal se ve el scudetto bordado en su camiseta! Su uniforme sigue siendo uno de los más bellos del planeta, el escudo del club y hasta la palomita de Nike lucen bien; es esa banderita de Italia que con tanto resplandor brilló en las camisetas de Milan, Juve, Lazio y Roma en últimos tiempos, la que ahora desentona entre rayas azules y negras.
Supongo que así de opacos son los galones cuando no se ganan en el campo de batalla. Pero ellos lo portan orgullosos, como si de veras se lo hubieran ganado. Pobrecitos. Festejan ser los menos malos de un calcio condenado a vivir bajo sospecha por el resto de sus días.
Ganar como sea. Esa es la lección. Porque desde 1989 gastaron más que nadie en el planeta y ni por esas: Baggio, Ronaldo, Cannavaro y 150 fichajes por el estilo fueron incapaces de revertir la inercia de fracasos de un equipo que encima, hace tiempo renunció a competir con el Milan, con quien ha perdido en 10 de los últimos 12 derbis.
Con la escandalosa cifra de ocho argentinos en el plantel y 17 años sin ganar la Liga, tan sólo aportaron a un jugador a la selección campeona del mundo. Y para colmo, tenía que ser Materazzi. Una prueba más de que este equipo está irremediablemente peleado con el buen gusto.
Ahora, de cara al nuevo campeonato, nadie aprovechó mejor la fuga sufrida en la Juventus: con Vieira e Ibrahimovic de su lado, sin la Juve estorbando en el camino y con Milan ocho puntos detrás, salir campeón parece pan comido. Así de fáciles le gustan las cosas al Inter de Milán.
El Reino del revés que nos cantaba Chabelo se encuentra en el otro hemisferio, del otro lado del planeta. En este universo paralelo, el Inter viste de rojo y es el más grande de todos por méritos propios.
Claro que la Copa Libertadores no es la Champions, ni siquiera se le parece un poco. No se si es la señal de Fox Sports que emite colores tan lúgubres comparados con los de ESPN, la calidad de las cámaras, o el maldito gusto de Conmebol por hacer las cosas con las patas; pero desde el pitido inicial la Libertadores parte en desventaja. Da flojera.
Cualquiera que sea el caso, el Inter de Porto Alegre ejerce como dignísimo campeón y un ejemplo a seguir para su tocayo de Europa. Los títulos se ganan sobre el terreno de juego.