¿Y son muy buenos los otros o por qué sufren tanto? Me lo preguntó con tono indiferente mi vieja, mientras acostada veía por encima de su libro cómo volaban los de rojo por encima de la maltrecha alfombra tricolor. Como el futbol le vale un pepino, renuncié a ilustrarla con más reseña que un “No” por respuesta. Pasó una hora y luego de preguntarme en tiempo de compensación, qué necesitábamos para no quedar fuera del Mundial; Lorena, la misma que no tiene ni puñetera idea de futbol, aún sin cerrar el libro que leía por encima de la transmisión, fue devastadora en su conclusión: “¿Cómo quieren empatar si ni agarran la pelota? Las mujeres, dentro de su ignorancia, son capaces de resumir en menos de diez palabras lo que nosotros no logramos explicar en toneladas de papel.
Dicen que si México no va al Mundial, se perderían 600 millones de dólares. Bien. La pregunta es: ¿quién los pierde? ¿básicamente Televisa? Y si la respuesta es afirmativa, mi inocente réplica sería: ¿qué son en realidad 600 millones de dólares para una empresa del tamaño de Televisa? Honestamente, salvo patrocinadores y socios comerciales (periódicos y teles incluidos), pocos serían los damnificados por la hecatombe. Eso sí: los que menos la resentirían son quienes dejarían de gastarse sus quincenas en productos oficiales y demás porquerías de la selección. Aunque aceptémoslo, Nueva Zelanda no es rival para un América reforzado con Oribe Peralta.
2012 fue un año bañado en oro, en 2013 sólo ha salido mierda de la regadera. Mucha gente se pregunta, jugando así ¿a qué vamos al Mundial (si es que vamos)? Lo único seguro era que siempre nos quedábamos en octavos, pero esta vez puede ser mucho peor… o mejor. En un año llueve demasiado, cambian las cosas de repente. Que nadie se sorprenda si México se mete a cuartos de final el próximo 29 de junio, digamos en Recife. Una hazaña así sería típica de nuestro inconsistente e impredecible vaivén de toda la vida. Entonces estaremos seguros de que a Rusia llegaremos caminando.