Impasibles, los años se almacenan en la alacena de la vida y la ingenua fe de cortar el prolongado ayuno se va extinguiendo. El club llegó de Segunda División para instalarse en Primera hace apenas unas décadas pero las glorias del pasado se atisban cada vez más distantes, lo suficientemente lejos como para que el enemigo deje de temerles, tan siquiera respetarles.
Su escudo es más bien una envoltura que abraza el logotipo de la compañía que les brinda nombre, patrocinio y razón de ser. El club se fundó por iniciativa de los trabajadores de la fábrica, que hace un siglo propusieron a sus empleadores la creación de un equipo que les permitiera esparcirse los fines de semana.
Años después el éxito les condujo hasta el profesionalismo y hoy se les considera un equipo grande, poseedor de un formidable presupuesto mediante el cual han podido financiar su excéntrica colección de subcampeonatos. Abundan las anécdotas y el escarnio. Una vez llegaron líderes a la última jornada y un autogol de Michael Ballack contra el enclenque Unterhaching les apartó de su primer título de Liga. Otro año dejaron escapar los cinco puntos de ventaja con que lideraban a tres jornadas del final. Su leyenda maldita terminó de gestarse la temporada en que lograron el triplete: Copa, Liga y Champions… en segundo lugar.
Hasta aquí la monografía del Bayer Leverkusen, el Cruz Azul de Alemania. O si se trata de herir susceptibilidades, mejor expongamos que el Frustrazul es el Neverkusen mexicano; si bien un proyecto serio y estable distingue a la aspirina del cemento.
Roger Schmidt, un talibán de la intensidad y la alta presión transformará su eterno 4-2-3-1 en 4-4-2 para darle cabida a Javier Hernández tras la salida de Heung Min Son, venta más cara en la historia del equipo. El mexicano cuidará su jabón rodeado por Kiessling: nadie recuerda la última vez que le sacaron un balón dividido sin hacerle falta; Calhanoglu: el mejor cobrador de tiros libres en Europa; Bellarabi: velocidad al infinitum; Jedvaj, Brandt y Tah: manjares adolescentes; Leno, Kramer y Papadopoulos que no cantan mal las rancheras…
Chicharito aterriza en un equipazo a su medida, algo lejos de la galaxia en la que orbitan Manchester United y Real Madrid pero a siglos luz de la MLS donde ya buscaban enterrarlo.