Ni Cantinflas, ni Miguel Hidalgo, ni Pancho Villa, ni Octavio Paz, ni Frida Kahlo, ni siquiera Anahí. Mucho menos Hugo Sánchez, Cuauhtémoc o Chicharito. Si te subes a un taxi en Sudamérica y compartes información sobre tu nacionalidad, saldrán a relucir, cual metralleta, los nombres de El Chavo, Quico y el Profesor Jirafales. Ahí empieza y termina la veneración, información y hasta el respeto que inspiramos al sur de este continente que creemos nuestro, pero que ellos delimitan sigilosamente como Sudamérica.
Si una epidemia brotara en México, sus apestosos equipos serán expulsados ipso facto del torneo. En el remoto caso de que un club mexicano se meta a la final, no podrá ser local en el partido de vuelta bajo ninguna circunstancia. Si a pesar de cerrar fuera, el equipo mexicano se las arregla para empatar, el gol de visitante tendrá valor si y solo si- resulta conveniente para su rival sudamericano. En caso de que un club mexicano llegase a ganar el torneo, burlando todas las trabas para conseguirlo, que ni sueñe con ir al Mundial de clubes.
Veinticinco años como inquilinos en Conmebol, 18 de ellos con plaza en la Copa Libertadores no han sido suficientes para que los equipos mexicanos dejen de ser tratados como castas de segunda clase en Sudamérica. En lugar de tramitar una membresía, México ha optado por desvincularse poco a poco de esas fiestas a las que durante tantos años añoró ser invitado.
Ahora la Copa Libertadores durará 10 meses. Como la Champions, la Concachampions, la Africachampions y cada torneo de clubes alrededor del mundo. Lo anterior significa un problema de planeación para la liga mexicana, única en el mundo que tiene 34 jornadas regulares más 12 de Liguilla, más, no uno, ¡sino dos! torneos de Copa, que aparte ni siquiera tienen el decoro de ser a eliminación directa. Una saturación bochornosa del calendario que, ciertamente, convierte en misión imposible la continuidad de los clubes mexicanos en la Libertadores.
Enviar selecciones B a la Copa América, mandar a equipos no campeones a representarnos en la Libertadores y renunciar a la Copa Sudamericana fueron los trámites previos en espera de la excusa perfecta, que ahora tienen con el nuevo calendario. Tras no haber levantado la Copa en 19 oportunidades, nuestro gran orgullo será llevarnos lo único que importa a los del sur: patrocinadores. ¡Chusma, chusma… Prrrrfff!