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¡Gracias, Cardenales!

Handanovic del Inter, Benatia del Bayern, Muntari y Zapata del Milan, Asamoah y Pereyra de la Juve, Inler del Napoli, Pizarro y Cuadrado de la Fiore; Alexis del Arsenal y di Natale, ese sí, del Udinese. 

Si el futbol no fuera tan elitista, si no discriminara tan ferozmente a los clubes sin dinero, si el Udinese pudiera haber retenido a los jóvenes cracks que se le han escapado en el último lustro, entonces el mejor equipo de Italia vestiría de blanco y negro. Pero no sería la Juventus.

En el universo paralelo de la Liga Española, otro club blanquinegro habría sido capaz de salvar a Silva de las garras del Manchester City, a Mata de las del Manchester United, a Alba y a Mathieu del Barcelona, a Rami del Milan (aunque ese se fue a la mala), a Albiol del Napoli, a Isco del Real Madrid y a Bernat del Bayern, sin olvidar al semi jubilado Villa o a Soldado, quien no la arma en el Tottenham. Con estos futbolistas más los próximos en irse (Diego Alves, Parejo, Alcácer…) el Valencia sembraría pánico desde el Camp Nou hasta el Bernabéu, arrasando por el Calderón. 

En futbol, los aficionados a equipos medianos cruzan los dedos para que sus mejores jugadores no destaquen demasiado, los niños crecen sabiendo que al tercer buen partido perderán a su idolo. 

Cuando Atlético de Madrid logra imponerse al Real Madrid, Borussia Dortmund al Bayern Munich, Olympique de Marsella al París Saint-Germain o Southampton al Manchester United, asoma una ilusión insurrecta que se derrumba a largo plazo porque al final siempre ganan los que tienen más lana.

Que equipos como Cardenales de San Luis sigan vapuleando a antítesis como Dodgers de Los Ángeles es una noticia que ha de ser festejada aún por los que no nos apasiona el beisbol. Es la evidencia de que gestión mata billete. La certificación de que en el deporte como en la vida no siempre ha de ganar el de más dinero. En los últimos años a Yankees, Knicks o Dodgers se les ha complicado mas comprar sus objetivos que a Chelsea y Real Madrid.