¿Quién tuvo a bien anotar el último gol a favor de la Selección Mexicana en el Estadio Azteca? ¿Quién fue el único futbolista que se dignó a marcar para México en la última Copa Confederaciones? ¿Qué delantero azteca ha sido capaz de meterle gol a Francia y a Argentina en un solo Mundial?
¿Quién vacunó a selecciones del calibre de Italia, España y Brasil? Ultimadamente, y para dejar en paz los libros de historia y limitarnos a hurgar el baúl del presente: ¿¡Quién carajos le metió los dos goles a Honduras en el partido de ida, por vida santa!?
Nadie sabe. En este país quien no padece de ignorancia, es amnésico. Y aquellos privilegiados que gozan de retención y sapiencia, desconocen el significado de gratitud. Sólo bajo esa categórica conclusión soy capaz de ilustrar cómo diantres Javier Hernández no merece en la opinión pública un lugar como titular en la selección que juega dos partidos de máxima tensión en las horas siguientes.
Olvidemos que es uno de los tres mexicanos de todos los tiempos que han conseguido destacar en un gigante europeo. Apartemos la estadística que lo encumbró el año pasado con 18 goles en el Manchester United: uno por cada 94 minutos de juego. Depreciemos incluso la contundente realidad: Chicharito ha sido, a pesar de todo, el segundo máximo goleador del United en todos y cada uno de los tres años en los que ha vestido la camiseta roja.
Omitamos los méritos alcanzados en el Manchester United y repasemos únicamente lo cosechado en selección mexicana. Valorar por ejemplo, los 35 goles que suma tras media centena de partidos. El tipo tiene 25 años y ya metió más goles de verde que Luis Hernández, Luis García, Carlos Hermosillo, Hugo Sánchez o Enrique Borja en toda su carrera.
Si el Chepo pudiera convocar a Rooney y a van Persie otro gallo cantaría. La realidad es que hoy por hoy no le alcanza ni para Carlos Vela. Que juegue Oribe Peralta también, se lo ha ganado. Pero ha de ser otro quien pague con la suplencia. Hagan cuentas: sin Chicharito estaríamos mucho peor.