Y otra vez le bajaron la vieja al Barça. Y de paso, al pobre indefenso, le volaron el reloj, el teléfono y la cartera. Peor aún, la pelota ni siquiera lo dejó por uno de los guapos, pues Salah y Firmino tuvieron que presenciar el gran asalto tras las rejas; sino que abandonó a Messi a cambio de Origi, Wijnaldum y Alexander Arnold: tres simpáticos rufianes que caminaban (siempre acompañados) por ahí.
Le ocurre todos los años. La seduce con dinero fresco, la engaña y domestica en casa… pero cuando toca viajar en primavera, el Barcelona se queda solo del modo más humillante posible: en Turín, Roma o Liverpool.
Desde que el Barça se siente por encima del juego le pasan estas cosas. En realidad el futbol, tan bello e impredecible, es mucho más que cualquier club que lo practique.
Messi y Guardiola son probablemente los personajes más menospreciados en la historia del futbol. Muchos perjuran que están sobrevaluados. No importa cuántos títulos ganen por separado (15 títulos ha conquistado Leo desde que se fue Pep, 12 suma Guardiola sin Messi… cinco ligas incluidas para cada uno desde 2014). Lo cierto es que están condenados a que siempre se les compare consigo mismos, cuando juntos lo ganaron todo, jugando como nunca será capaz de jugar nadie. En esa lucha de dos contra uno, fracasarán siempre.
Desde que Pep se marchó el Barcelona ha buscado relaciones más basadas en el interés del resultado que en el amor al juego. La Champions no traiciona al Barça, sino el Barça a sí mismo.
Puedes ser romántico o cabrón, inteligente o emocional. En la cancha (y en la cama) es tan válido colocarte abajo como arriba, ¿qué más da? Lo único que no puede faltarte en una conquista es personalidad. Normal que a estas alturas la pelota ya no quiera pasar ni un minuto más en piernas de alguien tan prudente y aburrido.