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La Vida en Verde

Me puse a jugar al Xbox. Sólo así puede volar el siempre fastidioso medio tiempo. Como suele pasar, se me fue la mano y cuando apagué la consola Pavel Pardo ya celebraba el 2-0. Vi la repetición del tiro penal 19 veces: en todos los ángulos y a todas las velocidades imaginables. Nunca pasaron la falta que lo originó. Y el domingo supe por qué.     

Aquí sólo importa la consecuencia. El presente inmediato. No hubo error del portero en el primer gol. El árbitro no se equivocó en el segundo. De aquí al miércoles sólo existen alegres trenecitos, chascarrillos made in Sweden, y claro: muchas bocas tapadas, pues a fin de cuentas eso y el dinero, es lo único que mueve a nuestros malcriados futbolistas.     

Hace tiempo que el aficionado crítico y auto pensante se ha visto desamparado por los medios en aras de satisfacer a las masas. Democracia pura al servicio de la mayoría. Esa que grita: ¡Nery, Nery, Nery! sin ningún asomo a la reflexión.

Con Gio y Salcido lesionados; Vela y Márquez suspendidos, las decisiones para Sven fueron mucho más fáciles. ¡Fiu! No estamos peor que con Enrique Meza. Ahora, 14 puntos nos separan del Mundial y 9 de ellos están blindados. El verdadero reto nunca fue ganarle a Costa Rica en el Azteca, sino cosechar los otros 5 puntos en las cuatro visitas restantes. Y eso sí: contra Estados Unidos. 

Perdón. No es tiempo de ponerme pesado en plan aguafiestas. Así lo manda Nery, así lo exigen las masas, y el resto nos alineamos al dogma que nos reclama apoyar a la selección sin matices de ninguna índole.   

Ahora que ganamos Leandro no es brasileño, ni Vuoso argentino. Nadie se acordó de Judas en el abrazo de Oswaldo a Paco Memo. No hubo tragedia en la otra Costa (la de Marfil) al día siguiente. La derrota de mañana en Honduras tampoco existe. No todavía.