Lluvia inacabable, ráfagas de viento glacial, y un pequeño estadio abierto y sometido a las inclemencias temporales. Bienvenido al norte de Holanda. Me dicen (y les creo) que hoy es un día de lo más agradable comparado al resto. Aquí no hay quien viva, filosofo detrás de la portería sur mientras improviso una bufanda con la capucha de mi endeble sudadera.
La afición del AZ no es un gran calefactor que digamos. Ingresa a la 1:25 por las puertas que conducen a la cancha misma y sube hacia la tribuna, que en menos de 5 minutos se llena del cero al cien. Veinte mil guías del partido que aguardaban en los asientos, ahora golpetean al unísono enrolladas por sus dueños en un concierto monótono, aunque ejecutado con coordinación asombrosa.
En las gradas cuento dos banderas holandesas, otra belga, un híbrido sueco-danés y una, dos, tres… ¡cuatro! mexicanas. Y puedo asegurarlo: los únicos aztecas de Alkmaar estamos abajo. Una bandera italiana no lo es porque exhibe la palabra “HECTOR” entre sus tres colores- La que está colgada en la otra cabecera es la más grande y reza “Magic Moreno”, rotulado con una sola ‘M’ gigante. Las otras dos son normales: de las que compramos en la calle cada que avecina el 15 de septiembre.
Durante el juego el zurdo me confirma por qué es uno de las promesas más cotizadas del mercado europeo: liderazgo, conducción, peligro en táctica fija, anticipación y rudeza. Todo en equilibrio.
Al otro día sigue lloviendo. Tras desayunar me vuelo el De Telegraaf de la taberna y descubro que, luego de la mala temporada del AZ, Moreno es el único futbolista del ex campeón que figura en el Top 25 de la temporada recién finalizada. En la página de la izquierda, por cierto, califican a Salcido con un espantoso 3 en la reseña del partido; lo que lo convierte en el peor evaluado entre 350 apellidos. Un error de edición… supongo.