Cuando salió la nota, nadie la tomó en serio: “Miguel Layún del Veracruz, a prueba en el Atalanta”. Fue publicada solo para llenar espacios en un día pobre de información, o de plano para pitorrearse de la anécdota… aprovechando el jocoso nombre del equipo. Todo indicaba que Layún iba al Atalanta Bergamasca nomás a mascar las primeras sílabas, así que muy pocos repararon en que ese club, aparte de poseer un escudo precioso y un uniforme como el del Inter, lleva varios años en la media tabla del Calcio: muy lejos del descenso.
Gracias a la gestión de Antonio de Nigris, las ligas de cada rincón de Europa ya han tenido alguna vez a un mexicano en nómina; pero la bota se resistía. En esta temporada ahí juegan 15 uruguayos, 7 daneses, 5 colombianos, 3 hondureños y 2 georgianos. Hasta Kenia, Albania, Angola, Japón o Argelia cuentan con un representante. ¡Imaginen las cifras acumuladas durante 111 años sin un solo mexicano!
Cuando Layún fue inscrito, estaba ante nosotros el entrañable relato de un joven que eligió la vía más inverosímil para hacer historia: llegar a la Serie A… desde Primera A. Wikipedia en español ofrece únicamente su estatura (1.76) y fecha de nacimiento. En inglés, apunta el invaluable dato de su apodo (Palito de pan), y le quita dos centímetros. Para la Wikipedia italiana, mide apenas 1.70. Yo agrego que es diestro, polivalente y de buena conducción.
Antes de su debut echaron al técnico que apostó por él, y la aventura de Layún amagaba con un desenlace tan patético como el de Pedro Pineda y Héctor Altamirano. Pero más bien, el nuevo entrenador tomó la decisión a la que nunca se atrevió el anterior: poner a jugar a Palito de pan.
Lo que sigue parece descabellado, pero ¿qué parte de esta historia no lo es? Si a la selección convocan hasta al Gringo y a Esqueda, no veo razón para negarle el chance a Layún, aunque sea por si las moscas. Yo nomás les cuento que Camoranesi llegó al Verona a los 24 años… ustedes pueden completar la historia.