México tiene a diez futbolistas en Europa. Javier Hernández sigue acumulando millas en su caída libre, Erick Gutiérrez nomás no despega, Diego Laínez aún espera que alguien le pida el pase de abordar y Néstor Araujo, inamovible en las alineaciones del Celta, vuela sin escalas a la segunda división española. Nos quedan seis.
Jesús Manuel Corona, 27 años ya, resiste en el Porto, donde le han transformado en un lateral derecho confiable. Cierto es que el 80% de los equipos a los que se enfrenta en la liga portuguesa responden a un perfil casi amateur. Y es verdad que, de haber cumplido mínimamente las expectativas a las que apuntaba, lo habrían podido vender hace rato.
Andrés Guardado continúa haciendo historia. Su reciente renovación de contrato le sitúa como el futbolista mexicano más inmune al síndrome del Jamaicón de todos los tiempos. Cierto es que el Betis tiene poca relevancia fuera de su mitad de Sevilla. Y es verdad que el capitán se retirará sin haber jugado en ninguno de los muy grandes.
Edson Álvarez ha tenido una temporada de debut más dulce que agria en el Ajax. Cierto es que apenas ha sido titular en cinco partidos de liga. Es verdad que sus actuaciones en Champions no ayudaron a evitar la pronta eliminación de un equipo al que sólo una fracción de segundo le separó de la final del año pasado.
Hirving Lozano tuvo un excelente primer año en Europa, su segunda temporada fue correcta nada más y la tercera va de menos a todavía menos. Ninguneado por su nuevo técnico, su explosión no se vislumbra a corto plazo.
Héctor Herrera parece afianzarse en la titularidad de un equipo que por ahora rinde lejos de su techo. Es el único de nuestros embajadores que entrena con y se enfrenta a los mejores en el día a día, que no está mal.
Sin embargo, solo Raúl Jiménez destaca ahora mismo en la élite. Colabora como nadie en las páginas más doradas de los tiempos modernos del equipo en donde juega, tiene estabilidad y está donde le cantan y adoran. A pesar de las urgencias de un país que añora las andanzas de Hugo Sánchez o Rafa Márquez, moverse del Wolverhampton sería una estupidez.