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Fútbol mexicano Liga MX

WC MX

¿Que la liga ha de ser justa y premiar al equipo con mayor regularidad…? ¡Desvirtuemos al campeón con el sistema de eliminación directa! ¿Que el espíritu de la copa se basa en una competición incluyente, abierta a todas las divisiones de la pirámide y jugada, esta sí, a eliminación directa? ¡Arruinémosla limitando los cupos y jugándola con sistema de grupos! ¿Que seis extranjeros son demasiados? ¡Subamos el límite a 10! ¿Que el calendario está saturado y requiere menos equipos? ¡Incrementemos a 20!

Durante demasiados años clubes como Veracruz, Puebla, Atlas o Querétaro permanecen anquilosados en una división donde no merecen estar. Hace tiempo que emprendieron el camino a la alcantarilla en donde al fin chapotean Tecos, Jaguares o Atlante. Si no se van es porque el retrete de la Liga MX está tapado y la mierda no fluye como debería. ¿La razón? Un único descenso anual determinado bajo un sistema de cocientes ideado para victimar al que sube y honrar así la ley gravitacional de Newton. 

La fórmula para canalizar el desagüe es tan sencilla que indigna: cuatro descensos, dos ascensos y liga de 16 que orille a Cruz Azul, Pumas o Chivas a ponerse de una vez las pilas so pena de perder la categoría. Treinta jornadas de liga para aliviar el calendario y ponernos en condiciones de regresar a la Copa Libertadores; darle valor a la Copa MX y conservar a la gallina de huevos dorados llamada Liguilla. 

Pero la codicia de ingenieros hidráulicos, plomeros y ratas en general que habitan la solemne alcantarilla, obstruye la acción de las neuronas dopaminérgicas que deberían poner a trabajar al lóbulo frontal de sus cerebros. Sólo así se esclarece su decisión de destapar el inodoro con dos trozos extra que derivarán en cuatro jornadas más, 50 jugadores de dudosísima clase más… y aún peor: la tóxica perennidad de Veracruz, Puebla, Querétaro y Atlas, que permanecerán atascados en el sifón.