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Barcelona Fútbol internacional

165 millones de malas razones

Hace mucho que el FC Barcelona perdió la batalla histórica de los títulos ante el Real Madrid. Sin embargo, cuando la brecha se convirtió en un abismo insuperable, aún le quedaba una particularidad que le permitía mirar por encima del hombro al cuadro enemigo: la clase.

Porque si bien la actualidad grita que estamos ante un equipo de época, es un delirio pensar que siempre será así. Se retirará Puyol, renunciará Guardiola, envejecerá Xavi y hasta se irá Messi. Llegarán otros, claro; sin embargo los imperios del futbol son fugaces. La magia existe… pero no es eterna.

Y no pasará nada. ¿Por qué? Porque ya antes se fue Gamper, se fueron Samitier, Kubala, y cada uno de los miembros del Dream Team. Se fue Rivaldo y se fue Ronaldinho. Pero la camiseta se mantuvo más o menos igual a la de 1899.

Hasta hoy, si querías explicarle rápidamente a un niño la diferencia entre un equipo y el otro, bastaba con mostrarle sus camisetas: Unicef contra esas apuestas que tanto han dañado al futbol. Pero a partir de la próxima temporada tendrás que sentarlo y hablarle de Franco, La Masía, la filosofía de Cruyff y un montón de cosas que quién sabe si esté dispuesto a atender.

Muchos clubes tienen política de cantera, otros tantos defienden un similar estilo de juego a través del tiempo, cientos evocan al nacionalismo de sus regiones. Solo uno había mantenido el orgullo de encumbrar su camiseta a la categoría de una selección nacional, y aún renunciando a semejante ingreso, pudo conservar su nivel extraordinariamente competitivo. Eso significaba ser más que un club, y no un club más.

¿Te hace falta dinero? Entonces vende, o no compres. Pero no gastes 70 millones en Ibrahimovic para ofertarlo en 20 al año siguiente. No pierdas 25 millones por Chygrynkiy, no restrinjas la entrada de nuevos socios, no regales a Cesc para luego traerlo por quién sabe cuánto.

El Barça decidió ensuciar sus colores a cambio de que los árabes paguen el sueldo de tres futbolistas. Entregó su abolengo por 30 millones anuales. Venderle el alma al diablo hubiera sido mejor negocio.