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Brasil 2014 Reflexiones Mundialistas

21 Reflexiones de Brasil 2014 | Día 26 (Parte 1 y 2)

1. Fui a ver una batalla y acabé viendo a once acribillados en el paredón de fusilamiento. Iba a ver una contienda histórica de poder a poder y lo único que vi fue el que será el partido más recordado en la historia de Copas del Mundo, quitando las finales. Claramente quería ver historia y la tuve. Y sobre todo quería ver perder a Brasil, consigna que al parecer coseché con creces. Pero a la vez fui a ver un partido de futbol y ese sí que no hubo. Si estoy satisfecho o no con la aventura es un asunto que aún no logro decidir.

2. El momento más humillante de la velada no fueron los «ooole» en contra de Brasil, ni los aplausos del estadio ante cada uno de los últimos goles de Alemania. El peor instante, el que realmente me dio pena ajena fue cuando el estadio estalló en júbilo tras el gol de Óscar, en lugar de guardar un digno silencio, como correspondía. El pentacampeón del mundo jugaba en casa, perdía 0-7 y su gente festejó el golecito como si fueran aficionados a la selección ugandesa.

3. En una jugada pudo ser 8-0 y terminó siendo 7-1. Todos dirán que es lo mismo y seguramente lo es, pero a mí todavía se me retuerce el estómago de coraje cuando recuerdo la falla de Özil y el inmediato gol de Óscar. Sí, soy un tipo macabro hasta el extremo y me duele hasta el tuétano que un 8-0 perfecto se convirtiera en un 7-1 perfectible.

4. Cada vez que Brasil sale de favorito a ganar el Mundial la acaba cagando. Cada vez que gana la Copa Confederaciones, también.

5. Como si no tuviera suficiente peso con el ego que me cargo, hay veces que me dan refill. Fue el caso del amigo Morapicos quien me dijo que yo había vaticinado lo de hoy desde hace mucho tiempo. ¿En serio? No me acordaba, pero busqué y me encontré con lo siguiente en las reflexiones del día 3 del Mundial de Sudáfrica tras el debut alemán, cuando los días previos pocos, por no decir nadie contaban con ellos: “No sé hasta dónde le alcance a Alemania con su juventud y lesiones (semis probablemente), pero confirmaron mi certeza al postularlos desde ya como máximos candidatos al Maracanazo versión 2014….…” ¡Ay, güey!

6. Asumo que a su boda no fueron invitadas más de cien personas y que cuando le toque, pedirá ser enterrado en solemne privacidad. No hay tipo más discreto que Miroslav Klose. De veras. Cuando pudo romper el récord hace cuatro años en el partido por el tercer lugar contra Uruguay, prefirió quedarse en la banca en lugar de romperse la espalda por conseguir la gloria personal. Hoy le arrebató por fin el récord a Ronaldo, enfrentando ni más ni menos que a Brasil y semejante hito, como toda su carrera, quedó en segundo plano por detrás de las ocho columnas dedicadas al colectivo.

7. Luego de Argentina 78, sólo Francia supo coronarse en casa. La próxima oportunidad de ver a un anfitrión campeón será como mínimo en 2026.

(Me fui a Belo Horizonte en el primer vuelo de la mañana y me volví en el último de la madrugada, que encima salió con más de una hora de retraso. Estoy tan irritable que muero de ganas por causar disturbios en la calle, o al menos repartir cortes de manga a diestra y siniestra, pero creo que será mejor resolverlo todo con un buen rato de sueño. Estoy más madreado que la defensa de Brasil. Lo dejo por unas horas, le sigo más tarde…)

 Nadie entendió que lo de hace rato, antes de dormir era un homenaje a la goleada. Una reflexión por cada tanto alemán, por eso fueron 7. Y claro, porque llegué del aeropuerto con peor cara que David Luiz. Pero hoy me desperté con ganas de hacer leña, así que ahí les van otras 14 para que no lloren:

8. Más que echarle la sal en la previa, a Brasil logré derramarle un costal con todo el cloruro de sodio que puede extraerse de los siete mares. No era mi intención tanta saña pero es que el mundo no podía permitirse tener un campeón tan malo.

9. Alemania despejó todas las dudas. Lo único que necesitaba era jugar a un horario lícito para continuar con la tutoría de cómo descuartizar a potencias mundiales en la Copa del Mundo, curso iniciado en 2010 con Inglaterra y Argentina como conejillos de indias y actualizado ahora con Portugal y Brasil como cuerpos del delito.

10. Ya desde las comentarios previos en redes sociales pude darme cuenta que, por más que siempre nos insistan con la historia de que en México nuestro segundo equipo es Brasil o España, la realidad es que lo que yo siempre he percibido es demasiado amor hacia los alemanes. Tras lo de ayer no me cabe duda que la camiseta preferida por la mayoría de mexicanos a partir del quinto partido es la alemana. Lo de la sangre española y el nexo con Brasil 70 son pamplinas para nuestra generación.

11. Lo que ocurrió en el Mineirao fue demasiado importante para la historia del futbol. No sólo porque Alemania humilló a Brasil y esa es una anécdota que nunca olvidaremos. Lo de la semifinal fue la reivindicación de un modelo de juego que venía siendo aplastado en los últimos dos años con las debacles del Barcelona, de España y el Bayern, cuando pretendiendo jugar a lo que hoy juega Alemania fueron aplastados una y otra vez por equipos que juegan a lo que pretende jugar Brasil. Aunque pensándolo bien esta selección alemana atesora lo mejor de uno y otro mundo: toque + vértigo… magia + físico… posesión + juego directo… Guardiola + Mourinho en uno solo.

12. Siempre se me olvidan mis anteojos para ver de lejos. Los uso para manejar de noche, pero nunca para el estadio. No es tan grave, se trata básicamente de que haces un tremendo esfuerzo por estar ahí donde unos pocos afortunados y a la mera hora por no llevar tus lentes, tus ojos ven un partido en Tecnicolor cuando, con la ayuda de anteojos, podrían disfrutarlo con nitidez HD. Ayer creí que me estaba quedando ciego cuando confundí a Khedira con James Rodríguez. Luego, conversando con los demás comprobé que en efecto, al colombiano se le antojó reencarnar en el Mundial y su capricho fue hacerlo en el cuerpo del que parecía el más tronco de todos para así consumar su venganza y continuar con la cátedra.

13. Por lo regular, cuando hablo de Brasil concentro mi mala leche en la figura de Neymar y eso es una injusticia pues suelo reservarme todo lo que pienso sobre el defensa más sobrevalorado que he conocido después de Rio Ferdinand. Ayer pude comprobar que David Luiz es un atrabancado, distraído y mal marcador que no sirve para nada si no tiene al lado a un compañero responsable que le haga el paro con las coberturas. Y eso que, a diferencia de la mayoría de las goleadas de este calibre, en todo momento jugaron once contra once… se supone.

14. Iban aún 0-0, se iba a cobrar el tiro de esquina que propició el primer gol y le comenté a mi compañero de al lado, que a la vez es uno de mis jefes: «Se los están cogiendo». Su cándida respuesta antes del gol de Mueller fue: «¿A quién?…» Parecía tan obvio el guión que si hubiera sido lo mismo pero al revés, todos coincidiríamos en que Alemania se vendió para que ganara el urgido anfitrión. Lo que ocurría en el área de Brasil no tenía nombre: pases, triangulaciones, métela tú, no después de usted, vas… El juego fue como un partido de basket entre Estados Unidos y Japón; no había manera de que Brasil ganara un rebote en su área.

15. En el documental sobre las torres gemelas de Michael Moore puede observarse el momento justo en que a George Bush le informan sobre el ataque en Nueva York. El Presidente de los Estados Unidos visitaba un kinder y leía atentamente «Mi Mascota la Cabra». Bush no reacciona, no se levanta, no toma el teléfono, no hace nada al tiempo que se cae la segunda torre. Luiz Felipe Scolari me recordó ayer a ese inútil. Caían los goles, uno atrás de otro y el mayor vende humo que ha conocido la historia del futbol no se inmutaba, ni corregía, ni hacía nada por buscar el paraguas.

16. Ayer a Brasil no le hizo falta Neymar. Reus tampoco juega con Alemania y ni quien se entere. Ayer a Brasil le faltó una selección decente, preparada ante la adversidad. Ayer faltaron suplentes del nivel que se le supone a una selección como la brasileña, pero Felipao prefirió dejar en casa al portero Alves, Filipe Luis, Miranda, Marquinhos, Coutinho y Lucas Moura; y llevarse a pasear a petardos que no le hicieran sombra a sus titulares, ni se sintieran incómodos con el rol de suplentes. Aunque ni así habría tenido equipo para ganar la Copa del Mundo, la verdad. El logo premonitor del Mundial, que más que asemejar la Copa en verde y amarillo, plasma una cabeza cubriéndose la cara de vergüenza, se hizo realidad con una precisión que asusta.

17. Estoy lo suficientemente viejo como para que en el Mineirao me ocurriera un deja vu de lo que eran las peleas de Mike Tyson en la tele, mucho antes de la mordida a Holyfield. Se trataba de esperar por lo menos tres meses, prender la TV, verlo subir al ring tras el rival, oír el sonido de la campana, ver cuatro golpes y vámonos… La pelea había terminado por KO al segundo round y entonces, como estaba programada la hora completa de box, con los anuncios vendidos, Televisa tenía que repetir la pelea seis veces, una tras otra para llegar así a los 12 rounds con cortes comerciales. El partido se acabó al minuto 28 con 5-0 en el marcador, pero las reglas del futbol no son tan misericordiosas como las del boxeo.

18. Las sensaciones vividas ayer en el estadio deben de ser lo más parecido al Coliseo Romano que la modernidad puede permitirnos experimentar: saca a once pobres diablos y ponlos a pelear contra once hambrientos leones, a ver qué pasa. Acudimos a un festín de sangre y dolor ajeno, aunque a dramática diferencia de lo que pasaba en el Coliseo, el estadio le iba a los pobres diablos, no a las bestias.

19. Ayer los brasileños cantaban y bailaban antes del partido, siempre lanzando consignas en contra de Argentina. Un visitante distraído habría jurado que el rival del día era la albiceleste y no Alemania. A ver si se me hace y ahora se tienen que enfrentar por el tercer lugar. Por lo pronto, pasarán mil años antes de que Brasil vuelva a jugar un partido importante en Belo Horizonte, que se ganó a pulso ser reconocida por siempre como la tierra maldita de su selección.

20. Y que otra vez me besuquean a la salida del estadio (un borracho, por supuesto… nunca tienes la suerte de que sea una bella y eufórica ebria la que se te lance mientras intentas grabar un enlace…) Y no, no me gustó.

21. Francia fracasó en 1938 pero se desquitó en 1998. Italia fracasó en 1990 pero ya había triunfado en 1934. Alemania fracasó en 2006 pero la libró en 1974. Brasil se unió a México como único país capaz de pelársela dos veces en calidad de anfitrión. Me pregunto cómo le hacen para pasar del quinto partido fuera de casa.