Dios maldiga a la fecha FIFA. Premier, Liga, Bundesliga y Serie A dejan de palpitar groseramente y todo para confirmar lo que ya sabemos: España, Holanda y Alemania están en otro nivel. Fueron las mejores en la Euro 2008, sumaron más puntos que nadie en las eliminatorias rumbo al Mundial, se coronaron como las tres mayores potencias planetarias en Sudáfrica, y ahora ni quien las trate camino a la Euro 2012.
Si acaso, entre la paja de 45 partidos eliminatorios, me quedo con dos historias: Primero, Montenegro profanó Wembley: algo que nadie lograba desde 2007. Y lo hizo sin sus cracks absolutos, Vucinic (Roma) y Jovetic (Fiorentina). Segundo, Serbia fue vapuleado en casa por Estonia, una de esas selecciones que nunca le ganan a nadie, en un hecho que estimuló los patéticos incidentes que días después forzaron a la suspensión de su duelo contra Italia.
Serbia y Montenegro, también conocida como lo que quedó de aquella Yugoslavia dos veces semifinalista del Mundial, doble subcampeona de la Euro y campeona olímpica; se despidió del escenario balompédico en Alemania 2006, finalizando en el último puesto.
Días antes, los montenegrinos habían decidido en las urnas imitar lo antes hecho por Croacia, Eslovenia, Bosnia Herzegovina, Macedonia, y próximamente Kosovo: mandar a la goma a los serbios. Así las cosas, la UEFA sumaba un miembro más al nivel de Andorra, Luxemburgo, Malta o San Marino.
Rumbo a Sudáfrica 2010, a Montenegro le tocó el grupo de Italia y tras 10 partidos solo pudo ganarle un juego a Georgia. Entonces, nombró como técnico a un croata: el peor de los agravios imaginables para sus ex compatriotas serbios.
Montenegro, la última nación independiente de la Tierra y la más pobre de las economías europeas cabría dos veces en Nayarit y alberga a la mitad de habitantes que Aguascalientes. Librada la mitad del camino rumbo a la Eurocopa (4 partidos), no ha recibido gol y es líder con 10 puntos. En dos semanas, mientras tanto, la gigante Serbia podría ser descalificada de la Euro y excluida del próximo Mundial.