La solitaria Champions League que conquistó Ronald Koeman en 1992 provocaba más ternura que admiración en el salón principal del museo del FC Barcelona. Setecientos partidos después, la otrora única Copa de Europa del Barça ya duerme con cuatro hermanas en la vitrina.
Las 16 ligas ganadas por el club en sus primeros 105 años de historia parecían bastantes… siempre y cuando no se contrastaran con las 29 que, 700 partidos atrás en la línea del tiempo, ya tenía el Real Madrid. Desde entonces el Madrid salió campeón de España cuatro veces; Messi, 10.
Ayer, en su homilía número 700 desde que debutó en el Barça, Lionel Messi jugó como nunca… como nunca podrá jugar ningún otro futbolista. Su actuación contra el Borussia Dortmund, repleta de goles, asistencias y regates al mayoreo fue una experiencia sensorial solo comparable con aquella que nos hizo experimentar frente al Sevilla en Copa del Rey, o la del propio Sevilla pero en Liga, la del Lyon, la del campo del Betis, sin olvidar sus noches magistrales contra el Manchester United y el Liverpool (en la ida, claro), la del Valladolid, la del Celta y la del Slavia en Praga… por solo citar sus exhibiciones más deslumbrantes en lo que llevamos de 2019.
Porque al año Messi nos regala un mínimo de 10 partidos como el de ayer, donde en solo 90 minutos ofrece lo que, para cualquier otro, sería la edición de hilights de toda su carrera. Es decir, de sus 700 juegos, no menos de 150 han sido auténticas piezas de colección: cada una de ellas por separado, representaría el partido de mayor inspiración en la trayectoria de cualquier otro ser humano.
Si a Messi le arrancáramos todo lo que es capaz de hacer con su pierna izquierda, aún estaría al nivel de Eden Hazard. Si le quitáramos todos y cada uno de sus 613 goles con el Barça, aún comería en la misma mesa que Zinedine Zidane. Si su esplendor apenas nos hubiera cegado durante un lustro, en lugar del triple, aún sería justo compararlo con el impacto de Ronaldo Nazario.
Porque Messi es todo en uno: uno de los cinco mayores goleadores de la historia, uno de los cinco mejores pasadores de todos los tiempos, uno de los cinco mejores pateadores de faltas que se recuerden y uno de los cinco regateadores más desequilibrantes de siempre. Setecientas evidencias son material irrefutable.