1. No importa quién gane. Da igual cómo gane. Al final de todo, apenas instantes después de ver a los campeones abandonar el estadio o incluso antes; eufóricos o deprimidos, montados en el carro ganador o solidarios con el caído: alemanes, argentinos, mexicanos y chinos; a todos nos asaltan de golpe las mismas tres palabras, incómodas y atiborradas de melancolía: ¿Y ahora qué?
2. Ni Götze, ni Neuer, ni Schweinsteiger. Ni siquiera Boateng, que de modo inverosímil resultó el mejor de todos hoy en Maracaná. El protagonista de la noche fue Lionel Messi. No por meter gol, no por un desborde, ni por un tiro al palo. Simplemente por contradictorio: no puedes llamarte Lionel Messi y no hacer nada relevante en una final de Copa del Mundo.
3. Durante los primeros tres o cuatro partidos Messi fue un vulgar cerrajero. El equipo tenía problemas y él era parte del problema pero al final, no sin tenernos siempre al borde de la desesperación y con la mirada clavada en el reloj; contra Bosnia, Irán, Nigeria y Suiza encontró la llave para abrir la chapa de la portería rival. No era lo que esperábamos pero nos dábamos por conformes con sus servicios, esperando que con la práctica mejoraran. Lejos de eso, luego todo se hizo más complicado y contra las puertas de Bélgica, Holanda y Alemania el inútil cerrajero se empeñó en negar cualquier parentesco con el mejor futbolista de todos los tiempos.
4. La FIFA cree que somos idiotas. No hay otra manera de explicar el Balón de Oro otorgado a Messi. Ya puede mandar árbitros a acuchillar a Brasil para demostrar que no había intención alguna de favorecer al anfitrión, que su credibilidad seguirá en cero por querer tomarnos el pelo de modo tan descarado. Y a quien más daño le hace precisamente es a Messi. Más vale fracasar en el intento de ser el mejor que recibir un reconocimiento regalado. La FIFA no sólo cometió el agravio de ignorar a campeones como Lahm, Schweinsteiger o Müller. No sólo fue injusta con héroes que enaltecieron su Copa como James, Robben y Navas. La FIFA convirtió a Messi en un intruso, en un mantenido por el establishment, en un producto de la propaganda, más cercano a la ciencia ficción que a la realidad. Si Messi hubiera tenido la mente despejada (no sé si alguna vez la ha tenido) no habría aceptado el regalito: ni le gusta, ni lo necesita y sólo lo hace cómplice de tan lamentable mafia.
5. Se cumplió la profecía. Pasaron 24 años entre la tercera y la cuarta copa de Brasil (1970-1994). Italia esperó 24 años para convertirse de tricampeón en tetracampeón (1982-2006). Y 24 años tuvieron que cumplirse para que Alemania bordara su cuarta estrella tras ganar la tercera (1990-2014). No sabemos cuándo ganará Argentina su tercer Mundial, lo que es seguro es que a partir de ahí tendrá que esperar un cuarto de siglo para ganarlo de nuevo.
6. Hace dos días me contó un argentino que Alemania tenía una noticia buena y otra mala. La buena era que el 13 de julio podía pasar a Maracaná a recoger su Copa; la mala: que para ello tendría que pasar sobre el cadáver de Argentina y los güevos de Mascherano. No le faltó razón: pregúntenle a Schweinsteiger.
7. Por segundo Mundial consecutivo más de la mitad del once titular campeón del mundo trabaja todos los días a las órdenes de Josep Guardiola. Las conclusiones resultan obvias.
8. El triunfo de Alemania sobre Argentina es el triunfo del guardiolismo sobre el mourinhismo. La reivindicación de que hay muchas maneras de explotar tus recursos para ser el mejor, pero que al final jugar amablemente, construir en lugar de destruir, es el camino más rentable al éxito. La neta hubiera sido triste que un equipo que trae tan poco como Argentina saliese campeón del mundo.
9. Me pregunto qué sintieron los aficionados del Dortmund cuando su Judas pródigo hizo a su país campeón del mundo. ¿Habrán festejado? ¿Estará perdonado? ¿Lo seguirán odiando? ¿Lo amarán de blanco pero lo odiarán de rojo como nos pasaba a nosotros con Cuauhtémoc?
10. Le cayó un balón bajado del cielo, cortesía de Kroos y le temblaron las piernas. Luego festejó como energúmeno un gol en el que estaba adelantado 18 metros. Acabó con la rodilla de Neuer ensartada en el maxilar. Gonzalo Higuaín pudo pasar hoy a la historia, pero hay troncos que no agarran el barniz.
11. Por tercer Mundial consecutivo Argentina llegó hasta donde quiso Alemania. Son sus hijos. Eso quiere decir que los italianos, padres de los alemanes, son sus abuelos. Y por ende, los brasileños (papás de los italianos), vendrían a ser sus bisabuelos. Ahora bien, si los mexicanos somos los papás de los brasileños, eso nos convierte en tatarabuelos de los argentinos, sin que a la vez (admitámoslo) dejemos de ser sus hijos. De modo que los alemanes son nuestros abuelos (padres de nuestros padres argentinos) y al mismo tiempo bisnietos (hijos de nuestros nietos italianos). Las familias en el futbol son de lo más disfuncionales.
12. Por más que en su camino avanzara más por demérito de sus rivales que por otra cosa, lo de Argentina merece crédito. Se metieron a la final con futbolistas del montón, encabezados por un muerto como Higuaín, un fantasma como Agüero, un Di María retirado en combate y un Messi al que nos cambiaron por su primo Biancucchi, y por poco la ganan. Aún así reconozcamos que si en este Mundial hubo aproximadamente 10 juegos malos, Argentina fue parte de cinco o seis partidos más feos que el hijo de Shakira.
13. Mi once ideal y final de Brasil 2014. Mención honorífica a Robben, Blind y Müller, quienes se mantuvieron en él desde la primera jornada. De mi once ideal de Sudáfrica 2010 repiten dos leyendas: Müller y Schweinsteiger.
———————Navas
Lahm——Garay——Vlaar——Blind
——Schweinsteiger——Mascherano
——————James
Robben——–Müller——–Schürrle
14. Todo empezó con Fred echándose un clavado en el área. Luego vino el gol de paloma de van Persie. El partidazo entre Inglaterra e Italia (¿quién iba a decir entonces que ninguna llegaría ni a octavos?) A continuación el milagro tico y la vergüenza española. Los goles de Colombia. Los goles robados a Gio, el vuelo de Ochoa y el baile a Croacia. Los cortes de pelo de Cristiano. El récord de Klose. La tecnología caza goles fantasma en el Francia – Honduras y en el Italia – Costa Rica. Suárez, salvador en su debut contra Inglaterra y desterrado por lo de siempre al segundo partido. El «Eeeeeeeeh Puuuuto» de la primera parte evolucionó (?) en el «No era Penal» de la segunda. Tras la remontada holandesa a costillas de México, siguió el tírale a Howard del Bélgica – EEUU. La heroicidad argelina contra Alemania. El travesaño de Chile en el último segundo contra Brasil. La entrada de último minuto del gigantón ataja penales en el Holanda – Costa Rica. Sobre el final llegaron las lágrimas inocentes de James Rodríguez y el hijo de Robben, los mocos de David Luiz y de un país entero tras el 1-7 y la sangre de Schweinsteiger. El gol de Götze cerró el telón. Buena historia, faltaron aliens y putas, pero buena historia. El Mundial sigue siendo el espectáculo más grande que ofrece el planeta Tierra.