La guerra de los 10 años por el arco del triunfo alemán llegaba a su final. Jens Lehmann había logrado vencer en las últimas batallas a Oliver Kahn, pero la Euro 2008 dejó herido de muerte al portero del Arsenal. La prensa alemana sugería que el marco habría estado mejor cubierto por el que entonces era considerado el mejor portero juvenil del continente. Lo bueno es que nadie podía lamentarse de que ya fuera demasiado tarde: tras haber sabido aguardar su momento, Sudáfrica 2010 sería la gran presentación de esa ágil y valiente joya de arquero. Su nombre: René Adler. Como suplente se perfilaba Robert Enke, quien atravesaba el mejor momento de su carrera. Ese accesorio en las convocatorias que ejerce el papel de tercer portero podría recalar en el futuro luchador profesional Tim Wiese o incluso en Manuel Neuer: un también joven y prometedor arquero del Schalke, aunque a años luz de la madurez y seguridad que irradiaba el mucho más completo portero del Leverkusen, apenas un año mayor. Continuará en tres párrafos…
Creció jugando futbol en las calles de Berlín y se hizo famoso en el mundillo urbano por ser el hermano menor de las leyendas George y Kevin-Prince. El más talentoso de todos era George, pero estaba tan mal que, a su lado, Kevin-Prince parecía el de la cabeza amueblada. El padre de los Boateng vivía con su segunda esposa y Jerome: nacido y crecido en un barrio clasemediero de la capital alemana. Por su lado, la primera esposa de papá Boateng tuvo que criar sola a los medios hermanos de Jerome en un área mucho más problemática de Berlín. La figura paterna de Kevin-Prince pasó a ser el descarrilado George: el mayor, el que mejor jugaba y el más loco de todos. Terminó en la cárcel, por supuesto. Kevin-Prince estuvo cerca de acabar igual. Era tan, pero tan talentoso para el futbol que sus indisciplinas no le impidieron recibir el galardón al más brillante prospecto del futbol alemán en 2006. En tanto, el más educado, pero menos hábil Jerome labraba un camino algo más discreto en el profesionalismo. Continuará en tres párrafos…
En 2009 no había lugar para Thomas Mueller en el primer equipo del Bayern. Ya tenía 20 años y si quería continuar su lucha por jugar en la Bundesliga, tendría que buscarse las oportunidades en el recién ascendido Hoffenheim, equipo al que Jurgen Klinsmann había decidido mandarle. Pero la verdad es que ni siquiera al Hoffenheim le interesaba el atrabancado ariete bávaro, a menos de que llegara gratis. Se lo ofrecieron entonces al Zurich, que buscaba un delantero de ese perfil. Pero el DVD no convenció al club suizo, ávido de un atacante más clásico. Con semejante panorama, dedicarse a la crianza de caballos junto a su novia de toda la vida, hoy esposa y entonces prometida lucía entonces como su destino más viable. Continuará en tres párrafos…
Para no hacer el cuento largo, semanas antes del Mundial de Sudáfrica 2010 René Adler se rompió una costilla que increíblemente no sanó a tiempo. Robert Enke se había dejado embestir por un tren meses atrás. Al joven Neuer le cambió la vida. Continuará en tres párrafos…
Tras abandonar (otra vez) una concentración para salir de fiesta, Kevin-Prince Boateng fue expulsado de las selecciones alemanas. Jerome, de cabeza más fría, había desarrollado también un cuerpo más atlético y se perfilaba para jugar el Mundial con Alemania, mientras su hermano tendría que hacerlo con Ghana. Al menos bueno de los Boateng le cambió la vida. Continuará en dos párrafos…
Tras los rechazos de Hoffenheim y Zurich, un contrato con el primer equipo del Freiburg estaba ya escrito y solo pendiente de firma. Pero el tiempo había pasado y el entrenador del Bayern ya era Louis van Gaal, quien pidió ver al chico antes de autorizar la salida y… contrario a otros tantos, le gustó lo que vio. Al ninguneado intento de futbolista le cambió la vida.
Neuer, Boateng y Mueller formaron la columna vertebral del joven equipo sensación de Sudáfrica 2010. Cuatro años después, fueron figuras indiscutidas en la consecución de la Copa del Mundo en Brasil. Para 2018 estaban acabados: Neuer estuvo dos años lesionado antes del Mundial de Rusia y su nivel ya no era el de antes. Boateng y Mueller se arrastraban tanto que Joachim Loew los jubiló unilateralmente cuando no habían cumplido ni los 30 años.
Ese es el ciclo natural de todo futbolista, ¿no? De niños sueñan con jugar en primera. En el camino se queda alguien que parece mejor que ellos. Su extenuante trabajo no rinde frutos hasta que un accidente les abre las puertas al estrellato. Son muy buenos hasta que dejan de serlo. Y poco después se retiran.
Pero a veces, algunos elegidos, de pronto vuelven a ser buenísimos. Hace nada de tiempo Manuel, Jerome y Thomas integraban un Bayern decadente. De hecho, a principios de temporada, Boateng y Mueller estaban más fuera que dentro del club. Los tres son chicos ejemplares y seguro que todo este tiempo no andaban de parranda… tan solo estaban muertos. Hoy son piezas fundamentales de un Bayern que ha ganado 17 partidos seguidos; que de sus últimos 26 compromisos ganó 25 y empató uno. Campeón de Liga, de Copa y favorito de muchos a ganar un nuevo triplete que sellaría para siempre la triple resurrección.