Lo vi jugar por primera vez en el Mini Estadi: réplica a escala del Camp Nou que pronto será demolida para pagar los fichajes de Ibrahimovic, Villa y quienes vengan después.
Entré al campo al minuto 20 y lo primero que busqué fue el número que escondía en su espalda. Me sorprendió que fuera el 10. Podrá ser el Barça B, pero ese dorsal no se lo endosan a cualquiera, pensé. Y mucho menos tratándose de un recién llegado del equipo juvenil.
Se situaba a la mitad entre defensas y mediocampistas. O mejor dicho: defensores y volantes lo rodeaban a su antojo. La posición de ambas líneas dependía en su totalidad del lugar en donde circulara el moreno de cabello relamido. Sí. Un mexicano movía los hilos del filial de la cantera más aclamada del mundo.
¿Se imaginan por cuántos filtros debió fluir Jonathan Dos Santos para plantarse en la antesala del primer equipo? ¿A cuántos prodigios dejó en el camino? ¿A qué clase de control de calidad estuvo sometido para que un superdotado en la concepción del futbol como Pep Guardiola le confiara minutos en Liga, Copa del Rey y Champions League? ¿Es posible ser uno de los 23 mejores futbolistas del FC Barcelona y no destacar entre los 23 más aptos de México?
Es cierto: no se lo ganó. No hizo nada en absoluto para convencer a Aguirre en las oportunidades que tuvo vestido de verde… Igualito que otros ocho o nueve que sí cumplirán el sueño sudafricano, aunque la mitad de ellos no sirvan para jugar ni un solo segundo de los cuatro partidos. Sabemos que no lo harán.
Correcto: tiene 20 años. Los mismos o aún más que una veintena de jóvenes de un montón de selecciones que sí viajan al Mundial. De 37 para arriba en cambo, están inscritos menos de 10 futbolistas… y ahí sí que aportamos dos espléndidos ejemplares.
Jonathan vuelve a lo que hoy por hoy es lo suyo: la Segunda B. Ojalá que ascienda a Segunda. Ojalá se consolide en el primer equipo el año que viene. Ojalá que durante las tres temporadas venideras herede la saga de Guardiola, Xavi e Iniesta. Y que entonces vaya al Mundial con la selección que le dé la gana. Nos lo mereceremos por zoquetes.