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De cine y tauromaquia

Cuando Casillas voló de poste a poste para tapar un balón nacido para ser gol, supe que el Real Madrid volvería a salirse con la suya. El gol de Pepe, un minuto después, confirmaba mi convencimiento.

Quienes vinculan el juego merengue con espectáculo, toque y un rival avasallado; no han visto un partido completo del Madrid en mínimo 20 años. Su estilo más bien se trata de inspiración espontánea, garra, fe… y una especie de conspiración astral que le permite ganar cuando todo lo anterior no basta.

Pero el domingo perdió, y los diarios catalanes lo celebraron como quien intuye que podría ser la última vez de la temporada. Y es que, Camp Nou aparte, el Sánchez Pizjuán es el único polvo que a priori, al Madrid le tocaba morder en una liga tan desigual como la española.

Aún así, y contrario a lo que muchos concluyen tras una exhibición que bien mereció la goleada, dudo que el Sevilla esquive su destino de tercer puesto en el podio final. Los andaluces no dejan de ser cine independiente, lejos de la superproducción hollywoodense que monta el Real Madrid, y del Cine de Arte que proyecta el Barcelona.

Pellegrini cuenta con un reparto inigualable: imán de taquilla, y un guión palomero que ofrece un par de escenas memorables por boleto, para justificar los millones de dólares invertidos en efectos especiales. Guardiola se preocupa por cuidar la fotografía y el desarrollo de la obra maestra que acostumbra escenificar sobre el terreno de juego. Los rodajes hollywoodenses recaudan mucho dinero, y el cine de autor suele llevarse los premios.

Ya empachado en analogías, el Real Madrid tiene la bravura del toro, el Barcelona posee la genialidad del torero, y el Sevilla clavó las primeras banderillas. Esto apenas comienza… pero nunca vi a un astado salir en hombros al finalizar la corrida.