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Futbol cavernícola

¿Cerrar el Pirata Fuente? ¡Patrañas! ¿Multar al Veracruz con un millar de salarios mínimos? ¡Inútil! ¿Poner a Fidel Kuri en penitencia, obligarlo a caminar en pelotas por todo el malecón delante de un pregonero que expíe sus pecados al monótono grito de vergüenza? Mhm, eso suena más tentador pero aún, demasiado tarde.  

¿Qué resolvió el castigo al propietario del Veracruz tras, rodeado de sus bravucones lacayos, haber acosado y zarandeado a un señor de 65 años, máximo responsable del gremio arbitral e invitado en uno de sus palcos?

¿De qué sirvió sancionar de nuevo a tan nocivo beodo, luego de haber humillado e insultado a un joven reportero, nomás por su lugar de origen? «Pinche poblano (…) Te quiero porque no tienes huevos», le espetó sin provocación de por medio. A Fidel Kuri, experto en materia ovípara, no le faltó razón.

Porque se necesitan huevos para coaccionar el voto de la población veracruzana bajo amenaza de llevarse al equipo a otra ciudad en caso de que su partido -mismo que destrozó sus propios récords de saqueo en el noble estado del sureste- no ganase las elecciones. Se requiere un par para poner a los jugadores del equipo a desfilar en plena campaña electoral priista. Hay que tenerlos bien puestos para cobrar lo que cobra del erario público, siendo un diputado federal tan mediocre. Haber sido uno de los secuaces consentidos de un criminal del tamaño de Javier Duarte y no morirse por falta de pudor y decoro solo es posible con unos de avestruz. 

Desde su ascenso, el Veracruz sólo es noticia por desviar fondos públicos, evadir impuestos e impulsar el revolucionario método de no pagarle a sus jugadores sin contrato… «hasta que demuestren». ¿Dije desde su ascenso? Ahí reside el problema germinal. ¿De dónde demonios salió el Veracruz? ¿A quién le ganó el derecho de jugar con América, Tigres, Toluca…? 

Muchos de los problemas de la Liga MX podrían evitarse con un mínimo de prevención y exigencia: quien no tenga méritos deportivos no juega en primera. 

A cualquier equipo del mundo que logra el ascenso, independientemente de su escasez de recursos, le sostiene una estructura, un estándar mínimo de seriedad sin el cual no habría sido posible el éxito en segunda división. No es el caso de instituciones improvisadas como Veracruz (al que le dejaron comprar a La Piedad) o Chiapas (que adquirió al San Luis). Que solo pueda descender una de ellas, ninguna incluso, es el verdadero desastre del futbol mexicano.