Roy Krishna es el mejor futbolista que ha vestido la desteñida camiseta de Fiyi. Es probable que nunca vuelva a nacer en las islas melanesias un delantero como él. El portero Simione Tamanisau y el defensa Alvin Singh son simples jugadores de rugby que no dieron la talla, igual que todos los demás seleccionados. Pero a diferencia del resto, tienen harta experiencia internacional acumulada. El entrenador Frank Farina tuvo a su disposición en Río 2016 a los mejores talentos menores de 23 años del país y a los tres refuerzos que pidió desde el inicio. Fue el único.
Hace un año Suecia convulsionó Europa al coronarse campeón continental sub 21. La generación dorada portuguesa sucumbió en penales ante los escandinavos. Llegar a la final clasificó a ambas selecciones a los Juegos Olímpicos, aunque a Río apenas lograron llevarse a tres de los jugadores que alinearon entonces. De sus refuerzos, mejor ni hablar. Ninguno de ellos jugó nunca en sus respectivas selecciones mayores.
Alex Iwobi del Arsenal, Kelechi Iheanacho del Manchester City y Ahmed Musa del Leicester City son nigerianos menores de 23 años con asuntos más importantes en su agenda que irse a buscar la gloria olímpica. Lo mismo aplica para las perlas alemanas Julian Draxler, Joshua Kimmich, Leroy Sané, Julian Weigl, Timo Werner, Jonathan Tah y Antonio Rudiger. Argentina no consiguió a Dybala, ni a Icardi, ni a Kranevitter, ni a Vietto, ni a Lanzini, ni a Paredes… La albiceleste, al igual que Honduras, Sudáfrica y Nigeria, de plano ya ni perdió el tiempo en llenar el cupo con tres refuerzos del montón.
México fue la única selección, amén de Brasil, que llevó a los Juegos Olímpicos a más de tres futbolistas que jugaron previamente la Copa América o Eurocopa. México (y Fiyi) fue el único equipo que logró reforzarse con tres jugadores habituales de la selección mayor. La realidad es que dentro de un torneo tan inoportuno como es el futbol olímpico, México fue de largo una de las selecciones menos desamparadas en Río 2016. Las teorías de la conspiración sobre la falta de apoyo que tuvo el equipo de Raúl Gutiérrez solo pueden desarrollarse desde la desinformación. O las ganas de chingar.