Confieso que aún tengo pesadillas con aquellos goles de McManaman y Morientes. ¿Los recuerdan? Fueron tiempos duros. Después llegó una larga década de sequía, de una felicidad que parecía infinita. Pero siempre vuelven.
Todo iba bien hasta que se fue Rafa Benítez. Como por arte de magia. Y es que, con semejantes jugadores, no importaba quién se sentara en el banquillo: los resultados serían los mismos. Al principio de esta temporada la afición pedía a Jurgen Klopp, y por supuesto no les hicieron caso. Cuando el agua pasó más allá del cuello y llegó la predecible hora de cambiar al técnico por el que el presidente tanto había apostado, parecía demasiado tarde. Pero no. Y ahora nadie se acuerda de Benítez.
En la final se topa la historia de un equipo con las vitrinas atascadas de orejonas contra el presente de un club que ha reverdecido laureles en el último lustro. Un plantel que desde los tiempos de Michael Owen está plagado de futbolistas que costaron una millonada sin saber bien por qué, frente a un equipo obligado a vender a sus mejores futbolistas año tras año al cliente de en turno. Aún cuando éste no pueda hacerlos jugar durante seis meses como acaba de ocurrir con Arda Turan y Aleix Vidal en Barcelona. En definitiva, en la final se enfrentan un proyecto sin dirección deportiva contra un bloque reconstruido año con año alrededor de una tremenda idea de juego.
Cierto es que han perdido referentes, pero a diferencia de aquellos inolvidables tiempos extra en la final de 2014, hoy los Rojiblancos cuentan con un veloz crack francés que marca diferencias en la delantera, con un Coke inspiradísimo en la banda y, por supuesto, con ese veterano delantero que tras ganar el Mundial y la Eurocopa no dio más que risa. Fernandito, que volvió de Italia en estado vegetal, puede ser el as bajo la manga que incline la balanza. Y no olvidemos el aliento de la fanaticada más fiel, pasional y ruidosa de España, frente a una afición que siente devoción por… Álvaro Arbeloa.
Tras deshacerse de una pieza tan esencial como Xabi Alonso, muchos juramos que lo pagarían caro y sin embargo, ahí están de nuevo en la gran final. Aunque saltó a la vista que Touré ya no debería jugar al futbol, ganaron las semifinal por méritos propios. Llevarán años y años sin ganar la liga, pero Europa es otra historia y la mística del club los tiene a las puertas de un nuevo éxito continental. Llevan once.
Europa busca campeón y Sevilla es más que Liverpool. Del Atlético – Real Madrid no hablamos porque aquello no interesa a nadie.