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Apasionante injusticia

A menos de un mes de que se acaben las ligas, en Europa falta emoción. Entre equipos que se coronan matemáticamente con muchas jornadas de anticipación, otros que hagan lo que hagan ya tienen asegurada su plaza en la próxima Champions League y aquellos que pase lo que pase no podrán eludir el descenso; por lo general, sólo restan por definirse algunos puestos para la Europa League, competencia que, seamos honestos, a casi todo mundo le vale madre. Así, cuatro o cinco equipos se juegan la supervivencia o un pase de abordar al paraíso en las últimas semanas contra 14 o 15 equipos que ya están mentalmente de vacaciones. Es lo más justo. Y lo justo es bueno, pero no siempre divertido.

En México, en cambio tenemos 17 jornadas de clasificación. Una larga pretemporada de cuatro meses en la que los equipos especulan, administran esfuerzos y hasta tiran güeva, conscientes de que lo único que importa es lo que hagan al final. Es como si en el automovilismo las prácticas de clasificación duraran 17 semanas, sólo para ganarse las posiciones de salida para la gran competencia. Con la experiencia del día a día, los ingenieros diseñan los vochos del futbol mexicano para que hasta el final den las vueltas más rápidas y lleguen con vuelo a la liguilla. Es un sistema injusto. Y lo injusto no es bueno, pero suele ser divertido. 

¿Justicia o diversión? Por un lado salen mejor las cuentas si te entretienes durante nueve meses aunque puedas aburrirte hacia el final, en lugar de sacrificar toda una competencia en aras de la emoción del último suspiro. Pero a la vez, lo que hace memorable a la Champions, al Mundial, a un libro o a una película es su final. Un desenlace imprevisto hace que todo cobre sentido. El sabor de boca que permanece al cerrar el telón separa lo bueno de lo malo. En el futbol mexicano se sacrifica prólogo y clímax, en beneficio del cierre. 

La primera consecuencia de la abolición de la Liguilla sería una liga mejor desde la primera jornada, más justa y más competitiva. Pero eso no le interesa a los dueños, ni a los aficionados, ni a los medios de comunicación. Si saqué el tema, fue tan solo para no hablar del Real Madrid.