Me cuesta entender cómo hay gente que aún pierde el tiempo discutiendo si merece o no el Balón de Oro de la FIFA. De hecho debería ganar por decreto de aquí a que se retire y evitar así el llanto de la nena condenada al segundo lugar. ¿Se imaginan tan célebre trofeo acompañado por otra sonrisa, por distinta mirada?
Mide tan sólo 1.69. Pero ya nadie se atreve a calcular su tamaño en centímetros. Insultantemente joven, da miedo repasar todo lo que ha conseguido a su corta edad y la miel de victoria que aún le espera en su carrera para empacharse a gusto.
Dicen sus detractores que no ha ganado nada con la selección. Muero de risa. Como si colgarse una medalla de oro en Juegos Olímpicos, como lo hizo Lionel Messi fuera cosa de todos los días. Monarca y figura indiscutida del Mundial sub 20, contrario a lo que tantas víctimas de la memoria selectiva se piensan, la realidad es que lo ha ganado prácticamente todo con su selección.
Le falta el Mundial, claro. Como si fuera responsabilidad suya cargar con tantos fracasos que acumula un país que, si bien levantó la Copa del Mundo en dos ocasiones, no ha hecho más que arrastrar el prestigio en los últimos mundiales de futbol. Sin embargo, tan sólo requiere de una generación a su medida para que corone su carrera con el ansiado Mundial. Es cuestión de tiempo… y si algo le sobra es eso.
El club para el que juega es lo de menos. Y aunque su selección jamás nos ha simpatizado a los mexicanos, no debemos cegarnos ante la evidencia: nunca en la historia hubo alguien así. Más allá de sus goles y múltiples virtudes balompédicas, su sencillez, compañerismo y lealtad al juego no pueden dejar de enmarcarse.
Confieso haber tenido sueños húmedos con esa zurda. Es una delicia de futbolista, duelen los ojos de sólo ver cualquiera de sus partidos. Hasta en aquellas raras ocasiones en que no hace nada, nos bendice con su sola presencia.
Si reina la sensatez el FIFA World Player 2012 tiene nombre y empieza con M… Eme de Morgan. Alex Morgan.