El Barcelona sin Messi sería un equipo dinámico, vistoso y altamente competitivo; pero su futbol resultaría un poco monótono, con dosis mínimas de desequilibrio y carente de pegada. Nada del otro mundo… Sin Messi, en cambio, la selección argentina sería más o menos la misma mierda.
Está mil veces visto que Leo no necesita a Argentina para ser el número uno. Tan comprobado está como que a su selección, Messi no le sirve para nada. No mientras no sepa leer el instructivo (escrito en catalán) para que su Lionel parezca tan bueno como el de Europa.
Desde 1993 Argentina sólo le gana a la selección mexicana. Y de ahí, para abajo. Antes tenía al mejor de todos, y hoy también. Pero la Argentina de Maradona ganó el Mundial, y la Argentina de Messi da asco. Sucede que además del número, la estatura y el perfil zurdo, lo único que guardan en común ambos cracks es la inicial del apellido. Y no es asunto de mentalidad, ni de talento, ni de temperatura en el pecho. Sus notables diferencias radican en la concepción del juego.
Para poner de cabeza al mundo Leo requiere de futbol colectivo, de un bloque a sus espaldas. Depende de Xavi e Iniesta tanto como éstos dependen de él. Le gusta asociarse, triangular, tirar paredes mientras se quita rivales de encima. No lo verán ejecutando rabonas, ni bicicletas, ni espaldinhas porque lo suyo no es el lucimiento personal, ni el individualismo empedernido, ni la intermitencia de quien sólo aparece para meter el gol del gane. Tímido y taciturno, es un involuntario acaparador de reflectores.
Diego, al contrario: siempre fue acaparador por definición. Mientras menos figuras tenía a su alrededor, mejor estaba. Por eso cepilló a Passarella y a Ramón Díaz de la selección en México ’86. No es circunstancial que brillara en el vil Napoli, y fracasara en el glamuroso Barcelona. Héroe por vocación, llevó a Argentina a lo más alto, prescindiendo del futbol en equipo, porque a diferencia de Messi, le salían mejor las cosas cuando las hacía él solito.
Que yo recuerde, la albiceleste nunca se caracterizó por un notable futbol colectivo: ese que oxigena a Lionel Messi. Cuando lo intentó con Bielsa, no llegó ni a octavos del Mundial. El código del futbol del DVD Messi está almacenado en una región incompatible con el reproductor AFA. Condenado está a no poder leerlo.