Disculpen desde ya mi sandez, pero ¿por qué tanta obstinación con eso de la justicia en el futbol? De veras que no lo entiendo. Sueño como todos, en un mundo donde impere la equidad, en el que cada cual obtenga lo que siembre, los malos vayan a la cárcel y el resto cantemos “Color Esperanza” abrazados bajo el arcoíris, en pleno goce de nuestra libertad. Sí señor. Luchar por justicia es obligatorio en la vida real. Pero en un entretenimiento como el futbol, la justicia está sobrevaluada.
¿Qué gran cosa pasó en la Final de Chile 62? Contesten rápido. Tres, dos, uno, ¡tiempo! No se acuerdan, ¿verdad? En contraste, todos vivimos lo acontecido en Inglaterra 66, aún sin haber nacido. En el libro de oro, las legendarias pifias arbitrales comparten páginas con los más grandes goles. ¿Por qué? Porque la memoria en el futbol es fundamentalmente emocional. Pasión, palpitación, adrenalina, angustia, deriva, desazón… Llámenme talibán, pero no sacrificaría ni un latido de mi corazón en pos de salvaguardar la justicia.
El futbol es el más humano de los deportes. Jugadores, entrenadores, árbitros… todos la cagan por igual. Y al final suele perder el equipo más malo. Probablemente Barcelona no debió ganarle al Chelsea en 2009, ni luego caer ante el mismo tres años después. Sin embargo, la justicia en el futbol es tan invocada como ambigua.
¿Merece ganar el equipo que generó más oportunidades de gol o el que metió más goles? Las victorias son y serán propiedad exclusiva de quienes anoten. Y si por ejemplo, tu gol reventó la red mientras el mío picó en el límite de la línea de gol, es que por ahí no fui lo suficientemente certero, y entonces me atengo a la apreciación de uno o 2mil árbitros ciegos. Si lo marcan bien y si no, también. Es mi problema, no el suyo.
Si fuiste claramente superior a tu rival, no hay excusas; a lo mucho, anécdotas de errores arbitrales que pronto se olvidan. Cuando la paridad en el campo se decide en centímetros, todo acaba por equilibrarse: a veces jodes, otras te aguantas. Alemania lloró 44 años por el gol fantasma de Geoff Hurst, pero ¿qué tal gozó el gol robado a Frank Lampard en 2010?
Es el tiempo y no la tecnología el que debe impartir justicia en el futbol. Lo ha hecho bastante bien.