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Londres SPA

La mayoría de ustedes, niñatos, no vieron jugar a Kanú: la fuerza y el corazón de Drogba; la acrobacia y técnica de Zlatan. Ambidiestro como Pirlo, elegante como Riquelme. En 1996 llevó a Nigeria a ganar el oro olímpico. Tenía 19 años, y más bigotes que Azkargorta. Camerún y Eto’o tomaron su relevo en Sidney 2000. Desde entonces África se limitó a producir algodón, marfil y medios de contención. Y así le va.

Previo al espejismo negro, el futbol olímpico era jugado por amateurs. Fue así como entre 1929 y 1995 Europa conquistó 13 oros, 11 platas y 11 bronces de 13 posibles. Tras semejante tiranía y la inclusión de profesionales, sólo España mantuvo el interés por los Juegos.  Para Londres 2012, ni siquiera Gran Bretaña pudo armar un equipo de acuerdo a la ocasión, mientras Suiza dejó a su generación soñada haciendo pretemporada con sus clubes: Shaqiri, Xhaka y Ben Khalifa aplicaron la misma que Jonathan y Carlitos. 

Antes del interinato africano y antes aún del Maximato europeo, en la prehistoria del futbol Uruguay se presentó a dos únicos Juegos Olímpicos (1924 y 1928). Dos participaciones invictas, dos oros y a esperar un siglo entero antes de volver. Los charrúas sobrevaluan una medalla en Olímpicos casi tanto como México y son los únicos que están a la altura de disputarnos el bronce, siempre y cuando España y Brasil no la cajetén camino a la Final.

No está Argentina. África ya no es lo que era. Los europeos (salvo España) no existen. Brasil tiene tantos oros en la historia como nosotros. Somos cabeza de serie, bicampeones mundiales sub 17, reyes de Toulon, tercer lugar del mundo sub 20, y encima tenemos a Héctor Herrera en nuestras filas. Londres es el lugar ideal para broncearse este verano. Nuestro futbol no puede regresar con la palidez de toda la vida.