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Rojo amanecer

Tommy Smith era un guerrero de las canchas. Terminado un entrenamiento por ahí de 1972, rengueó adolorido hasta el banquito de madera donde se sentaba el entrenador. Había sido una temporada dura y su maltrecha rodilla izquierda no daba para más. Se sentó junto a Bill Shankly y le dijo tímidamente: “Creo que me vendría bien descansar el próximo juego, míster. ¡Mi rodilla va a reventar!” El entrenador se levantó: “Quítate ya esa venda, maricón. Y por cierto, ¿quién te dijo que esa era tu rodilla? ¡Esa rodilla pertenece al Liverpool Football Club!”

Anécdotas como la anterior y otras aún mejores sólo pudieron ocurrir en este equipo. Podrá estar cada vez más lejos de las grandes nóminas europeas. Pasarán años, siglos quizá para que ganen otra vez la Premier. Su entrenador parecerá un pordiosero al lado de Sir Alex, Wegner, Mancini o Villas Boas… Pero el Liverpool no dejará de ser un gigante. 

Una estrofa menos comercial que la del coro en el You’ll never walk alone suena así: Walk on through the wind, walk on through the rain, though your dreams be tossed and blown. Y eso es lo que han hecho: caminar a través del viento y de la lluvia, aunque sus sueños se hicieran añicos…

Sexto lugar la temporada pasada. Séptimo en la antepasada. 22 años sin salir campeón de Liga.  Desde 2006 el Liverpool fracasa religiosamente cuatro veces al año, pero a este club no se le abandona, y quien lo ha hecho cegado por la ambición, ha sido condenado a caminar solo por el resto de sus días. Pregúntenle a Michael Owen. O a Fernando Torres.

Resulta que a pesar de los pesares, ganar en Anfield sigue siendo tan imposible como en los setenta y ochenta, época en la que el Liverpool consiguió ocho Ligas y cuatro Copas de Europa en apenas 10 años. Lo comprobó este fin de semana el Manchester United, club tan adverso que no vende ni compra jugadores al Liverpool desde hace 50 años. 

Los Reds no hicieron un gran partido ante los Devils, pero sus jugadores se entregaron para no doblar la rodilla. No ante el Manchester. No en Anfield. Cuando provocar el replay parecía un resultado bastante decoroso, apareció Kuyt y los liquidaron. El Liverpool, además de estar en la final de la Carling Cup, avanzó a octavos en la legendaria FA Cup.