Te has ido, Moisés. Nos dejaste solos en el desierto sin otra opción que reinventarnos, porque la vida en el Santos continuó después de Pelé; y no permitiremos que nos ocurra lo que al Nápoles sin Maradona.
Nos forjaste para encarar este momento, sabiendo que tarde o temprano ocurriría lo inevitable. En mi caso, sólo he sido un soldado raso alojado en la trinchera de tus últimos años como general; pero a mí no me contarán nada, porque yo fui parte de tu gran ejército.
Antes de alistarme, lo primero que hacía al llegar de la escuela era encender la tele y poner Los Protagonistas de la tarde. Cuando tú no encabezabas la mesa, cambiaba de canal como tantos otros, para ver cualquier otra cosa a la hora de la comida.
Siempre recordaré mi primer día en el trabajo. Era un intruso de 16 años entre profesionales que me veían sin mirarme. Entonces bajaste a la oficina y sentí pánico pues, para serte sincero, nunca pareciste un tipo especialmente simpático en TV. Ácido pero cordial, frío y a la vez cercano; me hiciste como 17 preguntas antes de darme la bienvenida.
A partir de entonces las preguntas que más he escuchado se refieren a ti. “¿Qué tal es José Ramón?”… “Es muy enojón, ¿verdad?”… «¿A dónde te llega?» Estás hecho del mismo material que tu odiado América y tu admirado Real Madrid: te adoran o te detestan… pero a nadie le eres indiferente.
Un día me confesaste tu receta para el éxito. Consistía en integrar las tres “P”: paciencia, prudencia y perseverancia. Entonces no pude evitar pensar hacia mis adentros lo mismo que pensarán quienes lean este texto: la verdad nunca fuiste muy prudente que digamos. Y paciente, lo que se dice paciente, ehm… más o menos. En cualquier caso fue una entrañable lección.
Nunca leíste mis columnas. ¡Menos mal! No te hubiera gustado mi rebeldía, ni mi descarado antimadridismo. Me privé de un valioso lector, pero a cambio me ahorré un montón de regaños.
Y aquí me tienes ahora, escribiéndote una carta abierta que no leerás nunca. Es mi forma de darte las gracias.
B.
PD. Siempre serás mi patrón.