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Amnesia

Sólo por él habíamos mantenido la fe en el futbol tras un mes desalentador. Alemania 2006 quedaría tatuado en nuestra memoria como su Mundial: El del hombre que luego de cuatro años en el retiro resurgió de sus cenizas para salir campeón del mundo. Otra vez.

Pero el Mundial fue egoísta hasta sus últimas consecuencias y nos privó de una buena historia que contar. Justo en la antesala de la gloria eterna a Zidane tuvo que salirle lo argelino.

Una hora y media antes, Camoranesi se había perfilado para cobrar un córner, pero en un instante de sensatez Pirlo se lo impidió; lanzó e Italia empató. Un Mundial así sólo podía terminar en penales, y dejarnos en el vacío, con más dudas que memorias.

Italia: sus árbitros amañados, sus directivos corruptos, sus aficionados racistas, sus futbolistas interrogados y sus ex jugadores que se avientan de la azotea. ¿Cómo se puede ganar la Copa del Mundo así?

Si al menos hubieran traído a Maldini… entonces nuestra pupila se consolaría con la imagen de la copa levantada por el ícono de nuestros tiempos, indiscutible en el once ideal histórico de cualquier aficionado con dos dedos de frente. Pero Maldini no quiso jugar su quinto Mundial. ¿Y ahora de qué nos acordamos?

Sí. Fue la mejor final de los últimos 20 años. Italia mostró una eficiencia sin precedentes, al distribuir sus goles hasta en diez jugadores y fue campeón en Alemania, limpiando la herida de hace 16 años cuando vieron a los teutones ganar en su país. Pero ni siquiera podremos recordar a Totti, porque su figura quedó relegada a un segundo plano.

Nos queda Buffon, el portero que abandonó la milenaria tradición italiana de vestirse de gris y que solo aceptó un autogol y un penal en toda la competición. Y nos queda Cannavaro, el capitán que huérfano de Nesta, hizo el trabajo de los dos… La verdad no nos queda nada. En nuestras cabezas Zidane seguirá suicidándose en su último día de vida como futbolista. ¿Por qué los genios tienen que ser así?