Jugar en Inglaterra está canijo. Puedes llamarte Frank Lampard, y aunque saques la tarjeta platino que te acredita como el mejor jugador en la historia del Chelsea, llega un nuevo cadenero y te niega la entrada a la pista de baile. Puedes llamarte Carlos Tévez, y por mucho que ganes 200 mil libras semanales (¡¡¡600 mil varos al día!!!), te quedas en Vancouver si tienes cara de perro. O puedes llamarte Dimitar Berbatov, ser líder de goleo del campeonato y a continuación, sin previo aviso, pudrirte en la banca por el resto de tus días.
Los niños Gio y Vela envejecieron degustando todos y cada uno de los asientos enclavados en las bancas de los estadios erguidos a lo largo y ancho de la isla. A Salcido y a Barrera les bastó un año para huir despavoridos. This is England.
Lo anterior nos obliga a valorar en su justa dimensión a Javier Hernández. Johan Cruyff siempre dijo que el segundo año es el más difícil. Alcanzar la cumbre a la primera, como lo hizo Chicharito era misión imposible… mantenerse ahí está en chino mandarín.
El Manchester United es como el Punch Out del Nintendo. Cuando por fin le ganas al borracho de Soda Popinsky, llega Bald Bull a ponerte en la madre… y cuando logras noquearlo, resulta que Don Flamenco vuelve más hábil y más fuerte. Para Chicharito no se trata únicamente de cuidarse las espaldas de Berbatov, Owen y Macheda. Ley de vida y de futbol: ayer saliste de la nada para ganarle el puesto al búlgaro, hoy un tal Welbeck está preparado para usurpar el tuyo.
Este año sus rivales internos son más duros, y ni hablar de los que juegan en otros equipos, que como sabemos lo traen a pan y otra cosa (y ya se acabó el pan).
Para saber volar, primero hay que aprender a caer; y Chicharito está en curso intensivo a base de madrazos en cabeza, pierna y cadera… Mete gol con todas las partes del cuerpo y últimamente también se lesiona al parejo. Lo bueno es que hasta para eso tiene tino. Si hay un momento más o menos oportuno para sufrir lesiones es este: a principio de temporada y sin evento importante en la agenda del verano.
Sólo una vez aposté en contra del Chicharito. Y aprendí la lección.