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Chiste de Pepito

Nadie le gana al Liverpool a los penales. Ahí donde se ponen a prueba el agotamiento, la técnica en el golpeo y el meticuloso estudio del lanzador rival, pero encima de todo, la mentalidad y el estado anímico; pocos poseen el espíritu inquebrantable de los Reds, victoriosos en 14 de sus 17 desempates litigados por la vía de la angustiante ruleta rusa. Sin embargo, el Manchester City lo venció el año pasado en Wembley para levantar la Copa de la Liga. En penales. Cierto es que se trata del menos importante de cuantos trofeos se disputan en Inglaterra, pero bastante peor es no ganarlo. Más penoso aún es caer en primera ronda. Y más lastimoso, sin duda, victimizado por el odiado Manchester United. 

El año pasado del Manchester City fue horrible, apenas maquillado por una afortunada actuación en la Champions League, donde primero lideró un grupo que le emparentó con la Juventus y luego derribó el infranqueable muro de octavos de final hasta sucumbir por marcador global de 0-1 ante Real Madrid en semifinales. La imagen ofrecida fue insulsa, aunque bastante peor es caer de nuevo en octavos de final tras quedar segundo de grupo. Más penoso aún, conceder seis goles en la eliminatoria. Y más lastimoso, sin duda, ser sometido por un don nadie en los libros europeos, cuando encima no contaba con Glik ni Falcao, su mejor defensa y su mejor delantero, en el juego de vuelta. 

La temporada pasada, el Manchester City de Manuel Pellegrini se gastó 211.5 millones de Euros en fichajes e ingresó apenas 67 millones. Ningún club del mundo compró tanto y los resultados quedaron muy lejos de justificar tamaña inversión. Claro que, peor es liderar por segundo año consecutivo la tabla mundial de despilfarro (213 millones de Euros), vender bastante menos que el ejercicio anterior (35 millones) y quedar otra vez descolgado, a puntos luz del liderato. Y lo más lastimoso, sin duda, fracasar así bajo el manto celestial de Pep Guardiola: un profeta al que esperaron un lustro y que, por ahora, ha sido un chiste. De los malos.