(Escrita un día antes del México vs Argentina)
Sin lana, tristes y borrachos. El sueño mexicano se acabó en Johannesburgo, pero no este domingo como todos creen, sino desde el 4 de diciembre del año pasado, cuando el sorteo deparó el choque de octavos contra Argentina.
Cierto que cualquiera pudo ganar ese partido… pero lo perdió México. Sí: estamos para pelearle de tú a tú al que sea… pero el que sea también está para pelearnos de tú a tú. Morimos con la cara al sol… pero morimos.
Ahora toca soplarle otra vez al globo verde. De inmediato nos dicen que la prensa internacional, como si no encontrara en qué gastar papel, no hace más que lamentar lo injusta que fue la eliminación mexicana; pronto nos ilusionarán con la llegada de un nuevo proyecto, y al cabo de cuatro años, estaremos otra vez para jugar el quinto partido del Mundial, como mínimo.
Sería bueno que dejáramos de una vez de buscarle chichis a las hormigas: Argentina venció a México porque tiene mejores futbolistas, que juegan de titulares en mejores clubes. Así ha sido siempre, así es ahora y así seguirá siendo mientras no se trabaje en lo esencial para ganar en el futbol: generar una mayor cantidad de buenos futbolistas.
El cambio que se guardó Mejía Barón contra Bulgaria, la falla de Luis Hernández ante Alemania, el homenaje a García Aspe frente a Estados Unidos, el golazo de Maxi Rodríguez Vs Argentina y la mano del Maza en la revancha… Ya es tiempo de madurar y aceptar el lugar que nos corresponde en el planeta Futbol: los octavos de final.
Estoy seguro de que algún día saborearemos la efímera gloria de llegar a cuartos, y puede ser que hasta a semifinales; pero también sé que, mientras la FMF siga ponderando lo económico sobre lo deportivo y no modifique la putrefacta esencia de sus entrañas, pronto volveremos a nuestro papel como búlgaros, suecos, croatas, turcos o coreanos, quienes hace no mucho llegaron a semis.
Y aunque no podemos sentirnos orgullosos, tampoco existen motivos para avergonzarnos. Somos lo que somos. Ojalá fuéramos quinceavos del mundo en cualquier asunto que de veras valiera la pena.