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David Vs David

El mes pasado me puse la camiseta del Porto para jugar futbol. Mientras calentaba, un compañero comentarista se acercó atraído por las rayas azules y blancas. Intentó descifrar al club escondido bajo el escudo del dragón apoltronado en un balón con las iniciales “FCP”. Se rindió.

Al parecer, ganarlo todo el año pasado y ser cuartofinalista en la presente Liga de Campeones aún no era suficiente para que el equipo portugués formara parte del imaginario de los “conocedores” de futbol.

14 de abril de 2002: Días antes de la Copa del Mundo, el FC Porto quedó eliminado de la Liga Portuguesa. A partir de ese momento se le olvidó perder. Ganó dos ligas; fue campeón de Copa y va por la segunda; alzó la Copa UEFA y hoy está en la final de la Champions League. Todo esto sin su lesionada figura Sergio Conceicao. 25 meses de amnesia en los que Real Madrid ha quedado fuera en cinco eventos e Inter de Milan en siete, por citar un par de ejemplos al azar.

28 de mayo de 2003: Una semana después de haber logrado el subcampeonato, la Liga Francesa de Futbol decide enviar al AS Monaco a segunda división por una deuda superior a los 50 millones de euros. El decreto fue apelado y tras vender a sus figuras internacionales: Marcelo Gallardo y Rafael Márquez, el club consiguió aferrarse.

Hizo lo imposible por mantener a Nonda y Prso, quienes ejercerían de figuras y ahora no son más que suplentes de lujo. Consiguió a precio de saldo los pases de Morientes, Ibarra y Cisse. Se hizo finalista de la Copa de Europa y su tremendo esfuerzo en la competencia continental no le pasó factura en una liga doméstica que disputará hasta el último respiro.

Los rivales del próximo 26 de mayo en el Schalke Arena no figuraban en los momios más jocosos. Pero esta vez, el trofeo más valioso no llegará a las nobles manos de Maldini, Kahn o Raúl. Es hora de que se ensucie con las de Jorge Costa, si por primera vez la lógica se impone; o con las del diminuto Giuly, si gana el futbol espectáculo.

Para ellos ganar no es una obligación, sino un derecho. Con jugadores terrenales y entrenadores treintañeros, Porto y Monaco se mofan del adjetivo ‘galáctico’, y sin embargo, respectivamente, exhiben orden y orgullo en proporciones de otra galaxia.

Cenicienta contra cenicienta se enfrentan en un estadio ajeno a la mitología, ubicado en una ciudad de nombre impronunciable. No nos engañemos: Allende a Mónaco y a Oporto nadie lo deseaba. Y sin embargo, la gran final de la Liga de Campeones será un inmejorable aperitivo para la Euro 2004. Ahora más que nunca, Portugal y Francia son los grandes favoritos. No lo duden.