Noticias desde Francia: el ucraniano del Milan Andriy Shevchenko es el ganador del Balón de Oro al mejor jugador de 2004. ¡Bien por él! aunque el premio parezca una triste artimaña para consolar a un país huérfano de gobierno. A ver si Deco y Ronaldinho tienen mejor suerte el año que viene.
Una semana después, la noticia nos llega desde Suiza: el brasileño del Barcelona Ronaldinho es el FIFA World Player, trofeo que lo acredita como el mejor futbolista del año. ¿Nos están tomando el pelo?
Está claro que uno de los dos, si no es que ambos, miente. Shevchenko fue máximo goleador y campeón de Italia, pero no jugó la Eurocopa; Ronaldinho lideró al equipo más ganador del año, aunque no ganó un sólo título, ni estuvo en la Copa América.
¿A quien hemos de creerle? ¿A los viejitos de France Football que ignoraron por completo al Bota de Oro Thierry Henry? ¿O a la FIFA, creadora del angelical ranking de selecciones que siempre ubica a México en el G-8 del futbol mundial?
Para saber que la credibilidad del Balón de Oro y del FIFA World Player es tan endeble como la de Miss Universo, basta con formular un par de preguntas. ¿Y Casillas? ¿Y Puyol?… ¿Dónde están los mejores portero y defensa del planeta? La respuesta es que ninguno de ellos se asomó siquiera a las listas de contendientes. Y eran más de 50.
Ni el Balón de Oro con su comité platónico de sabios franceses, ni el FIFA World Player y su democracia demagógica que invita a técnicos y capitanes de todos los países a votar por sus favoritos son de fiar. Mientras uno y otro se ponen de acuerdo para otorgar un solo premio, nos dará lo mismo tomarle la palabra al capitán de Singapur. Él votó por Henrik Larsson. Díganle que no.