En los últimos 55 años, León salió una vez campeón de México. Fue Vucetich. A lo largo de toda su historia, Tecos logró en una sola ocasión pintar de gris la Liga. Fue Vucetich. Por aquel entonces lo llamaron Rey Midas, pues aparte ganó las dos últimas Copas México de la historia: con Tigres y Cruz Azul, y dos campeonatos de Segunda División. Seis títulos en ocho años… y antes que Mourinho.
Por ahí de 1995 era mi favorito para sustituir a Mejía Barón tras la derrota ante Estados Unidos en la Copa América de Uruguay. Pero entonces los federativos eligieron a Bora, y Vucetich pasó 15 años sin que nadie osara candidatearlo de nuevo.
A partir de entonces, al tamaulipeco de apellido croata no le fue tan bien. Tan es así, que al repasar su palmarés pocos recuerdan que en medio de la aparente sequía, en esta bizarra Liga hasta La Piedad terminó una vez como líder general. Y sí: fue Vucetich.
Después, fue el último hombre capaz de evitar el descenso del Veracruz, hizo campeón al Pachuca como tantos otros, y lo más importante, convirtió al Monterrey en el único equipo decentemente regular del futbol mexicano: campeón el año antepasado, último líder general y único invicto de la actualidad.
Siempre atento y educado: dos décadas alejado de reflectores, polémicas y escándalos. Jamás lo vi increpar a un rival, ni despotricar contra un árbitro. Su falta absoluta de carisma pareció privarlo de objetivos más altos, a pesar de ser tetracampeón del futbol mexicano. Tetracampeón con cuatro clubes distintos. Tetracampeón con cuatro equipos, a los que la gente suele referirse como chicos.
De convertirse en técnico nacional, el Bicentenario le habrá hecho justicia a uno de los entrenadores más exitosos en la historia del futbol mexicano. Y sin embargo, no puedo dejar de ver en él al Enrique Meza de 2002: indiscutiblemente ganador, indebatiblemente amable: cincuentón que no trascendió nunca como futbolista y que se encuentra ante una oportunidad que se ganó a pulso. Coincidencias nada más… supongo.