Categorías
Fútbol internacional Premier League

Ese de rojo

Normalmente vence, esporádicamente empata y dicen, quienes logran recordarlo, que a veces también pierde. Habitualmente juega bien al futbol, de vez en cuando lo hace más o menos y, ocasionalmente, medio mal. El marcador y la calidad de sus partidos fluctúan de acuerdo a los condicionantes de cada encuentro, pero tras 90 minutos de objetiva visión de sus presentaciones; siempre, siempre, siempre el espectador se queda con la sensación de que el Liverpool mereció ganar. Siempre.

Por energía, por convicción, por pericia, por dinámica y si hay desabasto de ideas, por jodida hambre los Reds terminan por imponerse. Por primera vez en el lustro, el campeón de Europa oficia de facto como mejor equipo del mundo.   

Aunque habituados ya a su excelencia, pocos reparen hoy en ello, la transformación de sus futbolistas es asombrosa. Hace tres años Alisson era el portero ¡suplente! de la Roma, Fabinho jugaba de ¡lateral derecho! en el Monaco, van Dijk y Mané eran piezas destacadas ¡del Southampton!, Wijnaldum ¡descendía! con el Newcastle, Firmino había metido ¡1 gol! en toda la primera vuelta en su estreno en Premier League, Robertson era un anónimo futbolista en el Hull City ¡de segunda división!, Alexander Arnold era para Google un abogado estadounidense fallecido en 1915 y el rendimiento de Salah en la Roma podía calificarse de medianamente positivo.

Nadie menor de 45 años puede odiar al Liverpool, pues sus triunfos modernos han sido escasos y fruto de mayor esfuerzo que inversión. ¿Cómo guardar rencor a un plantel plagado de futbolistas semihumildes que nunca fueron los mejores del mundo antes de llegar a Anfield? No concibo la existencia de un solo hater de Klopp: el tipo más genuinamente carismático que ha iluminado al futbol de elite en décadas. Su afición ha sufrido más que nadie y sigue cantando más hondo que cualquiera. Y sus directivos son tan, pero tan competentes que ni los conocemos.

Quien sostiene que el Liverpool ha gastado tanto como cualquiera para forjar un equipo campeón, ignora que no ha hecho más que reinvertir el escandaloso dinero ingresado por Sterling, Suárez y Coutinho. El déficit en el balance de altas y bajas (111 millones de Euros) lo colocan como el club 30 del mundo en materia de despilfarro en los últimos cinco años. El Manchester City ha invertido en reforzar su plantel no el doble, ni el triple, ni el cuádruple… sino seis veces más durante este lapso.