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Fútbol mexicano Mexicanos en Europa

Fiasco Aguirre

Javier Aguirre es el mejor entrenador en la historia del futbol mexicano, por no decir el único que ha reunido capacidad y ambición de hacerse con un lugar en el mapa. Hizo campeón al Pachuca cuando era un equipo que sólo servía para descender. Rescató a México y lo llevó al Mundial cuando Enrique Meza lo tenía con pie y medio fuera. Llegó a la final de la Copa América. Realizó una fase de grupos extraordinaria en Japón 2002, donde pasó por encima de Italia (subcampeón de la Euro), Croacia (tercer lugar en el Mundial anterior) y Ecuador (segundo lugar en la eliminatoria Conmebol). Su trabajo en el Osasuna fue legendario: lo salvó cuatro temporadas del descenso, lo llevó hasta la final de Copa del Rey y hasta lo clasificó a la previa de la Champions League. Al Atlético de Madrid lo sacó del agujero, clasificándole a la Champions por vez primera en 12 años de inmundicia. Salvó a México por segunda ocasión, adentrándose al abismo al que le había llevado Eriksson y posteriormente, consiguió en Sudáfrica la primera victoria mexicana de todos los tiempos ante un campeón del mundo (Francia). Luego aún tuvo tiempo de salvar al Espanyol del descenso y ganar tres copitas en Emiratos Árabes. 

En un submundo paralelo, Aguirre obligó a un pobre novato del Pachuca a fingir una lesión que le permitiría perder por default un partido que perdía por goleada ante el Puebla. Dirigió el partido más doloroso en la historia del futbol mexicano ante Estados Unidos en Corea, regalándonos para la eternidad el trauma de aquel cambio de García Aspe. Pateó a un jugador panameño que disputaba un balón cerca del área técnica en Copa Oro. No se le ocurrió mejor palabra para definir a México en la radio española que «jodido», al tiempo que grababa un spot  de una falsedad sin precedentes donde reivindicaba su fe en las instituciones de este país. En el Mundial de Sudáfrica se casó con Guille Franco y puso de titular al Bofo contra una Argentina «dirigida» por Maradona que le pasó por encima. Salvó al Zaragoza del descenso en un partido en donde Levante se dejó perder y Aguirre fue el encargado de retirar el dinero en efectivo para hacerlo posible. O al menos esa es la hipótesis que aceleró su destitución de la honorable selección japonesa, equipo que había ganado tres de las últimas cuatro Copas Asia disputadas y que, bajo su mandato, quedó eliminada en cuartos de final. 

Las cuentas que entregue Aguirre en Egipto inclinarán el péndulo de un legado que oscila, como pocos, entre lo ejemplar y lo asqueroso.