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Fidel Castrante

Es de Veracruz, pero su verdadero estado es el de ebriedad. 

Una tarde lo verán humillar a un joven reportero en el área de prensa del Estadio Cuauhtémoc. «Pinche poblano, ¿sabes por qué te quiero? Porque no tienes huevos, cabrón… Nos vemos en Veracruz, papi.» Lo dirá sin provocación de por medio, como esos Lords mamarrachos que saltan a la fama en Youtube, envalentonado con dos gorilas como él armados a sus espaldas. Mismos lacayos que lo rodearon meses atrás, cuando zarandeó con lujo de violencia a Edgardo Codesal, jefe de árbitros y abuelo de 65 años, que asistía al Pirata Fuente en condición de invitado.  

Al otro día le encontrarán en una entrevista coaccionando las elecciones estatales: «Si no gana el PRI, Tiburones se va a Yucatán, Tijuana o Sinaloa.» Lo declarará días después de haber hecho desfilar por las calles de Orizaba a los jugadores de su equipo -mexicanos y extranjeros- en un acto partidista para promocionar su candidatura a alcalde.

Lo habrán conocido en televisión el día del «ascenso» de La Piedad: «Nosotros nos llamamos La Piedad, somos de La Piedad y ahí jugaremos…» mintió días antes de llevarle el equipo a Veracruz a su amigo, criminal y entonces gobernador Javier Duarte.

Desde entonces el Veracruz solo es noticia por sus hábitos de desviar fondos públicos y evadir impuestos. Por negarle el sueldo a dos jugadores (Darvin Chávez y Juan Carlos Mosqueda) «hasta que jueguen y se lo ganen». Por ser sede de la barbarie en un partido contra Tigres. Y por una directiva que se jacta de redactar dobles contratos y un propietario que, encima de no pagarle a su técnico, le llama mandilón y mercenario.

No existe ser humano más indeseable que aquel que encarna la prepotencia, descaro, corrupción e impunidad del PRI. El diputado Fidel Kuri encaja a la perfección con tan nefasto perfil. Que se le permita tener un equipo blindado de descenso en la Liga MX es lo de menos, comparado con su facultad para modificar leyes y gestionar recursos públicos. El problema no es que la FMF de asco, sino que sea un nítido reflejo del país.