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¿Gigante?

«El peor futbol del mundo se juega en Concacaf», claman unos. «Es la región con más subdesarrollo del planeta», porfian otros. «Aquí nos tocó vivir», se resignan los demás. Por décadas nos han programado para identificar a la Confederación de Futbol de Norte, Centroamérica y el Caribe como el más hediondo basurero del futbol mundial. 

Jamás oí a ningún alemán referirse a su selección como el Gigante de Uefa. Tampoco tengo constancia de que Japón se autodenomine Gigante de la AFC o Camerún incurra en la niñería de proclamarse Gigante de la CAF. ¡Ni siquiera los argentinos  tienen la soberbia de llamarse gigantes de Conmebol! México pues, es a Concacaf lo que el América a la Liga MX. Debatiblemente los más exitosos, irrefutablemente los más repudiados.

Detrás de todo complejo de superioridad se oculta un paradójico problema de autoestima. En el afán de subestimarnos, somos incapaces de reconocer un mínimo mérito en tener al equipo más destacado de la zona. Y entonces despreciamos a una comarca en la que ciertamente no habitan gigantes, si acaso un par de elementos relativamente altos en una población cuya estatura media tampoco es tan enclenque como gustamos asegurar. Por ejemplo, los caribeños ya tienen diplomado en contragolpe y los panameños hace rato dieron el estirón.

Ocurre que desde 1998 la Selección Mexicana no clasifica al Mundial como primer lugar del área. En 2002, 2010 y 2014 se metió de milagro. Los premundiales de Haití en 1974 y Honduras en 1982 son historias de terror más espeluznantes que El Coco y La Llorona, en el imaginario colectivo de nuestro futbol. De hecho, la cosa ya empezó torcida en 1934, la primera vez que México disputó (y perdió) su boleto a la Copa del Mundo.

Nadie se atreve a reflexionarlo pero a lo mejor la Concacaf no es tan chafa. Tal vez los europeos la tienen mucho más fácil cuando compiten con auténticos enanos como Gibraltar, Andorra, Luxemburgo, San Marino, Malta, Liechtenstein, Islas Feroe o Azerbaiyán. Quizás habría que contrastar estadísticamente que sólo dos confederaciones gozan de mejores prestaciones que Concacaf en los grandes eventos. Chance y algún mérito tienen los vecinos por hacerle constantemente la vida de cuadritos a un equipo que lleva, aún a trancas y barrancas, 20 años instalado entre las mejores 15 selecciones de cada Mundial.