Y a la tercera fue la vencida. Tras publicarse aquellas fotografías con Montserrat y demás suripantas de Televisa durante el Mundial, se ventilaron otras en donde varios seleccionados convivían con un par de güerejas, de paso por un compromiso molero más en los Estados Unidos. El travestigate solo derramó el vaso de la lujuria en el seno del Tri, aka el equipo de todos, la selección azteca, los ratones verdes…
Los mensos se lo tienen bien merecido por dejarse fotografiar en este mundo de Facebook y Twitter. Pero sobre todo por considerar indignos de participar en su orgía a jóvenes como Chuletita, ninguneando que sea el hombre del momento, o Elías Hernández: a quien le deben el único gol de la era Flores.
Ahora bien: independientemente de que los futbolistas en México y en el mundo sean vagos petulantes por definición, lo cierto es que la Federación los hizo viajar 20 horas para jugar un par de partidos fantasma que solo servían para hacer sonar sus cajas registradoras. Encima, no los proveyeron de un técnico capaz de marcarles un camino a seguir dentro ni fuera de la cancha. Y por si fuera poco, ahora los condenan por armar una fiesta de a de veras una vez terminada la soporífera pachanga dizque bicentenaria contra Ecuador y Colombia que a sus costillas organizaron. Como si hacerles venir no fuera suficiente castigo, encima los multan y exponen a la insaciable opinión pública.
Pero la FMF es incapaz de escoger si el donativo será a favor de Veracruz o Juárez (la ciudad… no el calenturiento); de elegir entre Chepo y Vuce, de discernir entre Melón y Melames. Si su enérgico castigo dura exactamente los meses que tardará en llegar un partido medianamente decente (Argentina, a finales de marzo). Si ha hecho de la selección de futbol una agencia de modelitos vende todo. Si convirtió al representativo nacional en una carpa de enanos que con sus giras hace las delicias de los paisanos en EU…
¿Con qué cara sale ahora a exigir respeto para la inmaculada Selección Nacional?