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Fútbol mexicano Liga MX

Grandeza pasajera

Un equipo grande tiene muchas obligaciones y pocos derechos. Está obligado a ganar, a jugar bien, a salir campeón y, en la adversidad, solo tiene derecho a guardar silencio. Un equipo grande ejerce su grandeza, nunca la presume. América se siente grande, pero no acaba de serlo.

Un equipo grande debe llenar su estadio, pero sobre todo ha de abarrotar cada plaza que visite. Garantizar con su sola presencia la fiesta del pueblo ahí donde el calendario le mande pararse. Tigres tiene a la mejor afición, pero no es un equipo grande. 

Un equipo grande vive del presente, le avala su pasado y tiene blindado el futuro. Un club grande no nace grande, sino que jamás para de crecer. Cruz Azul es un equipo tradicional, pero nada grande. 

Un equipo grande compra jugadores grandes sin mirar el precio. No solo se trata de llevarse al mejor, sino de mejorarlo. Monterrey es un club pudiente, pero no un equipo grande. 

Un equipo grande es noticia cuando pierde, no cuando gana. Chivas es el club más carismático de México, pero no un equipo grande.

Un equipo grande pierde la cuenta de sus títulos. Su grandeza no está supeditada a la gloria de una década. Chivas fue grande en los 60, Cruz Azul en los 70, América en los 80, Necaxa en los 90, Toluca en los 2000 y Tigres en el presente. Pero nunca más volvieron.

Si llegados a las décadas de los 20 y 30 Tigres mantiene la excelencia deportiva, amedrenta a sus rivales con la camiseta, los aplasta con la chequera, desata un jolgorio nacional en cada ocasional derrota, permite que su rival salve la temporada sacándole un empate y suma tantas estrellas que ya no le caben en el escudo, entonces sí estaremos, por vez primera en el futbol mexicano, ante la evidencia de un equipo grande. Hasta que eso ocurra, Tigres no pasará de ser el brillante equipo de moda.