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La jubilación del Chico Maravilla

El narrador de Fox Sports cuando aquel gol ante Argentina, un visionario él, se apresuró a bautizarlo como el Pelé inglés. ¿Y cómo condenarlo? Era lo más similar en esos tiempos, dado que aún no se escribía esa historia de ciencia ficción llamada Messi.

De hecho, más que un nuevo Pelé estábamos ante el último crack de la antigua era pre Lionel. Leo ganó su primer Balón de Oro a la temprana edad de 22 años, él lo hizo a los 21. Messi anotó en un Mundial a los 19, él a los 18. Él fue máximo goleador de la Premier League por segunda vez cuando no cumplía ni 20 años, el argentino recién acaba de ganar su segundo Pichichi. La cosa iba muy bien hasta 2001, año en que jubiló al Estadio Olímpico de Múnich de forma por demás grosera: hat trick en el 1-5 a Alemania rumbo al Mundial 2002. 

El pésimo final de la historia ya lo sabemos. Y es que ser un chico maravilla no es más que el primer matorral en el largo sendero que deben atravesar las leyendas para convertirse en viejitos maravilla. Totti, Giggs, Zanetti y hasta Cuauhtémoc tienen un lustro más de vida que él y siguen robando aire, tan campantes.

El Chico Maravilla nunca creció, se quedó chico. Le dio sus mejores años al Liverpool, y nada. Entonces se fue al Real Madrid en busca de títulos y menos. ¿Inglaterra? Tres Mundiales, dos Euros, nada de nada. ¿Han curioseado en Facebook lo que queda de la más guapa del salón, en lo que se ha convertido? El tiempo lo destruye todo y nueve de cada 10 se marchitan a la velocidad de Michael Owen. 

La nota ocupó un espacio casi irrelevante en los medios allende a la Gran Bretaña. Sin embargo su retiro nos implica lo mismo que el de Ronaldo, en la medida en que nos hace aún más viejos a los que vimos cómo un mocoso de 18 años se comió hasta a la Torre Eiffel en Francia 98. Owen dejó de ser lo que fue, dejó de ser el que algún día será. Su nombre quedará apuntado en las gruesas páginas amarillas junto a todos los que pudieron haber sido inmortales en un mundo ideal.