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Los hombres murciélago

En el mundo de los cómics vive un héroe que no requiere de ningún poder sobrehumano. Batman es su nombre: No vuela, ni dispara rayos láser. Sólo se aferra a sus aptitudes físicas y mentales, las explota al máximo, y con eso tiene de sobra para vencer a sus enemigos.

Lejos de Ciudad Gótica, en la capital del Turia, un murciélago luce encima del estandarte del mejor equipo de futbol del ejercicio 2003-2004. Como el superhéroe, lo único que sus jugadores tienen de galáctico es su condición física y su mentalidad.

El penalty de Marchena sobre Raúl, marcado desde el palco del Santiago Bernabéu por José María Aznar en la jornada 24, fue sólo un salón del inmenso purgatorio que el Valencia debió cruzar para completar la mejor temporada de su historia.

Más allá de los evidentes favores hacia el Real Madrid, muchas hubieran sido excusas perfectas para detener la trascendencia del equipo ché: Elecciones previas a la temporada enmarcadas por una tremenda ruptura interna, llegada de refuerzos que el entrenador no pidió y acusaciones directas entre cuerpo técnico y directiva presagiaban una temporada inmemorable.

Pero en el vestidor nadie se dio por enterado del incendio de afuera. Rafael Benítez y los suyos ganaron un partido, ganaron otro. Y otro más. Avanzaron una y otra vez en la Copa UEFA, lideraron la Liga y para mayo, cuando todo el mundo asegura que el cansancio impide ganar dos veces por semana, alzaron ambos títulos: Hazaña con apenas cinco precedentes en la historia del futbol español.