Una mancha rojiblanca aún tiñe el Paseo del Prado, con núcleo en la Fuente de Neptuno: el Atlético ganó un torneo continental novecientos años después y su gente ahí lo celebra. Yéndonos hacia el sur descubriremos la Plaza del General Palacio, lugar en el que está enclavada La Cibelina: una pequeña réplica de la Cibeles madridista y en donde la afición del Getafe se sigue bañando para celebrar la calificación del modesto club a la próxima Europa League. Sí. Ha sido un gran año para los equipos de la capital española… Bueno, para casi todos.
Poco juego, mucho menos títulos. La Cibeles yace tan desolada como hace 300 millones de dólares, igual que 96 puntos atrás. Cambió de jugadores, entrenador, director general y presidente, pero una temporada más el Real Madrid sobrevive de puros recuerdos. El amor le ganó una cruenta batalla al dinero.
Hace tiempo que la pretemporada es la etapa del año más dulce para el Madrid. En ese periodo veraniego de estadios llenos para presentar millonarias contrataciones, de ilusiones huecas, de soberbia ancestral el cuadro merengue era, junto a Chelsea, Inter de Milán y Barcelona el máximo candidato para ganar la Champions League a disputarse este sábado.
Pues bien: Inter dejó en el camino a blues y blaugranas, que hoy se contentan con un histórico doblete los primeros; con un brillante bicampeonato local los segundos. ¿Real Madrid? El Real Madrid esta vez pone el estadio. Y nada más.
Samuel Etoo, Walter Samuel, Esteban Cambiasso y las figuras de ambos finalistas: Arjen Robben y Wesley Sniejder fueron malvendidos en distintos años del mandato de Florentino Pérez, quien los consideró materia prima indigna de su galaxia. ¡Qué grande es el futbol! El sábado todos ellos volverán al Bernabéu para levantar en su cara lo que jamás habrían alzado vestidos de blanco.