Apenas una vez logró Camerún apuntar a la portería mexicana. Fue en tiempo de compensación cuando Moukandjo apareció en el área más solo que Adán en el día de las madres, para rematar suave y a media altura. Memo Ochoa no dudó en maquillar el flojo cabezazo del 8 rival, en uno de esos superfluos lances que hacen las delicias de camarógrafos y aficionados incautos. Al final parecieron más, pero contra Brasil se aventó cuatro atajadas: un par de ellas destacadísimas y otras dos más bien consecuencia de la inutilidad de los brasileños que le tiraron al cuerpo. Contra Croacia le quitó un gol a Perisic en tiempo agregado, más celebre por el envalentonado ademán posterior que por la atajada en sí. Finamente en un tiro de esquina de Holanda logró desviar un fusil a quemarropa, para apagar un fuego que él mismo encendió por no salir a cortar el centro, negligencia idéntica a la que incurrió minutos después en el gol previo al mucho mejor recordado penal de Robben.
Su Mundial no fue como nos lo vendieron, pero estuvo lo suficientemente bien como para concederle la razón a Miguel Herrera, que (a diferencia de Ricardo La Volpe, Hugo Sánchez, Sven Goran Eriksson, Javier Aguirre y José Manuel de la Torre) decidió que Memo era el mejor portero de México.
Ahora en palabras del Piojo, la suplencia de Ochoa en un equipo de perfil tan bajo como el Málaga responde a un capricho del entrenador Javi Gracia, mismo que ve el futbol con la misma parte del cuerpo que Arsene Wenger, quien tras el Mundial se llevó al colombiano Ospina; o Luis Enrique, que eligió al chileno Pinto, o Carlo Ancelotti, quien se decantó por el tico Navas. Tampoco se libran de esta epidemia de caprichosa ceguera los responsables de la política deportiva de los 98 equipos de élite grandes, pequeños y medianos que solo se interesan por el portero mexicano en ese mundo de caramelo que nos ofrecen los programas deportivos. Porque al final tres años de brillo en el diminuto Ajaccio, un Mundial apoteósico y un costo de cero Euros sólo lograron apetecer a un equipo de media tabla española que encontró en él a su portero suplente.
Me gusta Ochoa, siempre me pareció un porterazo… pero tanta gente -gente profesional, que se dedica a armar equipos- no puede vivir en el error.