Categorías
Sin categoría

Rojo amanecer

Prólogo. Morientes está enamorado de la orejona. Ya la conquistó en tres ocasiones, pero su avaricia es tal, que es capaz de disputarla en situaciones tan azarosas que van desde enfundarse en la camiseta del Mónaco, hasta ponerse el traje de los lesionados, no convocados o no inscritos del Liverpool.

Primer acto (Agosto 2004). La joya de la corona, el niño mimado, el ídolo de Anfield Road cumple su amenaza de abandonar el club, harto de compartir el vestuario con compañeros que no están a su altura. Entre lágrimas, atónitos, los fanáticos reds contemplan la marcha de Michael Owen al Real Madrid. Se va para ganar títulos, y el Liverpool tendrá que aprender a vivir sin la única excusa que de vez en cuando le invitaba a sonreír luego de 15 años abonado al fracaso.

Segundo acto (Diciembre 2004). Liverpool ha sido eliminado de la FA Cup por un equipo de segunda, ya no tiene ninguna posibilidad de pelear por la Liga y sólo le queda la Champions. Juega en casa ante Olympiakos y debe ganar por dos goles para avanzar a octavos de final. Faltan 10 minutos y el partido está empatado. Mellor, primero y Gerard, después, consuman el milagro.

Tercer acto (Mayo 2005). Nueve meses son suficientes para convertir en bebé a un espermatozoide. Y para mucho más. Owen ha pasado completamente desapercibido en su nuevo equipo. A veces dentro del campo, casi siempre fuera de él, ha visto como el Madrid, semana a semana, queda fuera de todas las competencias. Mientras tanto Dudek, aquél portero con mantequilla en los guantes; Traoré, ese lateral izquierdo que parecía cojo; el tal Biscan que ni sabía de qué jugaba y demás ex compañeros se han metido a la final de la Champions. Ni más ni menos.

Lo mejor que pudo ocurrirle al club más mítico de Inglaterra no fue tanto la marcha de Owen, como la llegada de Rafael Benítez. Un jugador de tercera división que en cuatro años como entrenador sumó un título de segunda división, dos ligas y una Copa UEFA.

Aunque nunca en la historia del futbol ha existido ni un aficionado que se haya hecho de un equipo gracias a las estrategias de su director técnico, la gesta del Liverpool sólo puede entenderse desde este hombre amante de las corbatas, que se resiste a utilizar las enormes chamarras inglesas, sin las cuales no podríamos imaginar a Ferguson, Wenger y demás misters de la Premier.

Luego de eliminar al Bayer Leverkusen, llegó la hora de volver a tierra en forma de Juventus. Pero Benítez supo ser más ratonero que el capo de los ratoneros… Después vino el Chelsea de Mourinho para ponerlo en su lugar. Pero Benítez fue más listo que el mayor de los listos. Y se metió a la final.

En la liga inglesa son quintos. Y peor aún: Everton, el vecino pobre, está arriba. Fracasados en la Premier y, a la vez, leyendas en la Champions, el Liverpool post Owen ha cristalizado el deja vu de un club que había dejado de ser lo que un día fue. Y que ganó su última liga en 1989.

El Milan, en cambio, llega como campeón y líder de Italia. Es superior en todo. Pero en la Copa de Europa sólo las camisetas de Real Madrid, Ajax y Bayern Munich compiten en peso con las de estos dos finalistas. Y en una lucha de gigantes puede pasar cualquier cosa, sin importar que el titán de rojo esté en Estambul por mero accidente.