Millones de antimadridistas en España, miles de merengues en Hong Kong, una decena de periodistas misteriosamente despedidos, cinco entrenadores y tres directores deportivos. Lo que menos suma el Real Madrid de Florentino Pérez son trofeos.
¿Quién es el culpable de que el todopoderoso tenga dos años sin ganar ni el espantoso muñeco de peluche por el que se compite en la feria?
Cinco Copas del Rey, cuatro Champions y tres Ligas forman una enorme docena de títulos que se han escapado de un equipo ideado para no dejar ni las migajas. No puede ser. Pero es.
-La culpa es de Luxemburgo_ acusa a lo lejos un señor que por su edad bien pudo pertenecer a la quinta de Di Stéfano, mientras hace cola en el supermercado.
Detrás de él, carrito de por medio, una mujer obesa replica al borde de la histeria:
-De eso nada. Los futbolistas son los que juegan y los nuestros sólo piensan en el dinero. Raúl está acabado, Zidane sufre las consecuencias por doparse tantos años en la Juventus; Ronaldo, Beckham y Figo son un desastre y…
-Tonterías_ la interrumpe delante de mí un adolescente vencido por la impertinencia_ ¿Quién trajo a esos jugadores y les firmó sus millonarios contratos? ¿Quién echó a Del Bosque, a Etoo, a Makelele y a Milito? La culpa es de Florentino, que encima de no saber nada de fútbol se siente el faraón y claro, los que pagamos sus desplantes somos nosotros_ añade mientras gira la cabeza en busca de una mirada complaciente.
No la encuentra. Porque el culpable no es Luxemburgo. Ni los ex galácticos. Ni siquiera el presidente. La culpa es del viejito, de la gorda, del escuincle y de todos los socios del Madrid que a principio de temporada votaron unilateralmente a favor de un presidente cuyo proyecto se desmoronaba.
Demasiados culpables y ninguna recompensa. Ahora se aguantan, porque la debacle apenas ha comenzado.